La tendenciosa tarea de agrupaciones y militantes de izquierda, así como de un sector ambientalista de la población están trayendo abajo proyectos mineros desde varios años. En un momento fue Conga; recientemente hubo el conflicto en Las Bambas; y el tema flamante es Tía María.
Son cinco años desde que se aprobó, durante el mandato de Ollanta Humala, el Estudio de Impacto Ambiental (EIA), el cual de no haber sido aprobada la licencia de construcción habría vencido, ergo, no habría proyecto hasta un póstumo EIA.
Tía María, así como Las Bambas y Conga, son proyectos que atraen a potenciales inversionistas -que con urgencia necesitamos-, por ello no podemos tener un presidente dudoso o con miedo a bajar su popularidad por las decisiones; por el contrario, hemos de tener como cabeza a un mandatario el cual no tema garantizar el cumplimiento y la validez de los procesos técnicos que el Estado maneja.
La economía y la minería están estrechamente vinculadas. En nuestro país sin minería no hay crecimiento; o lo hay, pero en manera casi recesiva.
Hay tres factores que son inherentes a la reacción de capital extranjero para inversión, dejo a su juicio el cuestionarse si en nuestro país cumplimos alguno de estos: a) control de conflictos sociales, b) eficiencia en la inversión pública y c) estabilidad política. De no cumplir una de estas condiciones, la arista de inversión privada corre un riesgo exorbitante.
Viendo otro lado, el político, hay ciertas constantes. Una de estas es la de usar una oportunidad de crecimiento para el país como una oportunidad personal para generar capital político.
Personajes como Marco Arana y Verónika Mendoza, líderes de los partidos de izquierda -casi comunista- han usado a Tía María como un «caballo de Troya», el cual los acerca a la población, claro, poniendo en peligro un proyecto de magnitud como el mencionado. Tan es así, que el excura, ahora congresista, Arana, con otros parlamentarios de su bancada se dirigió a Arequipa, aparentemente, buscando la sublevación de los pobladores.
La arista más compleja de Tía María es su repercusión en el medio ambiente, el peligro que corre el agua de los pobladores; no obstante, además de haber asumido una responsabilidad altísima y de haber obtenido la aprobación con el EIA, usaran agua de mar desalinizada, por lo tanto, el falso argumento de la izquierda se desbarata.
Tomando en parte la frase de «agro sí, minería no»; exhortó a la población a decir «agro sí, minería también», ya que ambas actividades son de crucial importancia para el crecimiento de la región Arequipa y, en el largo plazo para el Perú.
Es momento que desde las instituciones adecuadas del Estado se asuma un rol de ejecución con firmeza y seguridad en decirle sí a la minería y, por ende, sí a la inversión extranjera y privada.