En la última edición de los premios Óscar, no existieron sorpresas. El momento más esperado fue la categoría de «mejor película extranjera». Las producciones nominadas, caracterizadas por contar historias locales de habla no inglesa, fueron tan impecables, que hicieron de la categoría una identidad. «Zona de interés» se quedó con el mayor galardón, en su estreno el público entiende la justa mirada de los especialistas del cine.
Basada en una novela

La película británica basada en la novela homónima del escritor británico Martin Amis, demuestra un estilo de dirección que Glaser lo hace único. Un lenguaje cinematográfico que representa una película que estimula los sentidos desde la luz y el sonido, y relata la masacre vivida en el Holocausto.
La película trata de una familia que vive al lado de un campo de concentración. Su empatía es nula y viven lo cotidiano dentro de una idea de felicidad propias de un orden nazi. El comandante Rudolf Hoss comanda el exterminio en Auschwitz durante la Segunda Guerra Mundial, y mantiene la vida de su familia en otra dimensión, donde nada se ve al otro lado del muro. Este personaje (interpretado por Crhistian Friedel), es un padre ejemplar, que junto a su esposa (interpretada por Sandra Hüller) construyen actuaciones mínimas que brindan una adaptación precisa del texto original de Amis, incorporando recursos del cine experimental y el videoarte.
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La imaginación al poder

El largometraje se destaca por una dirección impecable. La creatividad de Jonathan Glaser en cuanto a la estética visual demuestra un dominio de la semiótica de la imagen. Pues, todo lo que pensábamos como masacre se convierte en acento de color para la complicidad del espectador. Este estimulo nos dice todo sin mostrar nada.
La nada es un paisaje de humo, un cielo nublado que recorre la desgracia sobre una casa que es testigo de una masacre. Quienes viven, son neutrales frente a un vecindario rodeado de muerte. Una película que golpea la actualidad, cuestionando la naturalización de la violencia y el nivel de empatía que tenemos para poder observar la carnicería humana de la guerra.
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El paisaje sonoro del horror

La dirección de arte y sonido es impecable. Una casa de ensueños que contrasta con la oscuridad de una familia que viste la ropa de los cuerpos quemados que son víctimas de un holocausto desgarrador. Este largometraje refleja un punto de vista que libera en nuestra imaginación el dolor y el sufrimiento de lo que no podemos ver en nuestra sociedad, ayer y hoy.