Las expectativas económicas de crecimiento y estabilidad del país no pasan por un buen presente. De hecho, recientemente la agencia internacional de calificación crediticia Fitch Ratings colocó en posición negativa al Perú, con un puntaje BBB de sus bonos. ¿Es culpa de la tensa coyuntura internacional, o la mala gestión del ejecutivo influyó en estos resultados?
Expectativas económicas sobre producción nacional
Las previsiones de crecimiento del producto bruto interno (PBI) peruano están rodeadas por un escenario global totalmente desfavorable: un fenómeno inflacionario que no tiene fin, mayores restricciones en condiciones de financiamiento, desaceleración en el crecimiento de socios comerciales como EE. UU. y China, y menores precios de materias primas.
Según el Instituto Peruano de Economía (IPE), los mayores conflictos sociales han mermado la producción minera, ubicándose 9.3% por debajo de niveles prepandemia. El registro de conflictos sociales que brinda la Defensoría del Pueblo sigue en aumento, llegando a existir más de 200 conflictos por mes desde diciembre del 2021. Asimismo, los conflictos de carácter socioambiental durante setiembre significaron 64.5% del total de registro del mes, de los cuales el 66.9% son por actividades mineras.
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Inestabilidad política y menores expectativas económicas
La falta de respuesta y eficacia del gobierno es uno de los principales factores que ha afectado la calificación de riesgo de Perú. Fitch resalta que de persistir esta incertidumbre seguirían debilitándose las instituciones de gobernanza política y perjudicaría la atracción de inversiones.
Existen distintos componentes que ayudan a explicar esta inseguridad a invertir en el Perú. Por el lado del ejecutivo, las constantes rotaciones de gabinetes y cambios de ministros, y las investigaciones de corrupción que involucran al presidente prevalecen. Por otro lado, el legislativo presenta dos intentos fallidos de vacancia que siguen alimentando el ruido político.
Otro ejemplo de la mala gestión gubernamental que se menciona en el reporte es el caso de PetroPerú. Esta empresa estatal, además de pérdidas de más de 14 millones de soles, presenta una sostenida crisis de liquidez que ni los “salvavidas” del gobierno tras inyecciones de capital han podido mejorar el terrible presente de la firma.
Una cifra que preocupa es que los fondos asignados a PetroPerú cuadriplican el presupuesto del programa Qali Warma, y superan en ocho veces el de Pensión 65, según la Sociedad de Comercio Exterior del Perú (ComexPerú). Si bien en teoría la empresa cumple un rol importante al llegar a zonas del país donde no hay suficiente presencia privada, cada vez es más insostenible mantener a PetroPerú. Esos apoyos de capital podrían asignarse a programas sociales o proyectos de inversión pública indispensables para mejorar el bienestar de la población.
Consideraciones Finales
Un elemento positivo en cuanto a gestión es la moderada deuda pública, prudencia fiscal y solidez macroeconómica. La deuda pública, como porcentaje del PBI, se proyecta que caerá de 35.9% (2021), a 34.1% a fines de 2022. No obstante, si la política fiscal no es ejecutada de manera eficiente, nuestra principal fortaleza económica puede debilitarse, perjudicando aún más la situación nacional.
Son más los factores internos que perjudican el presente peruano, que los externos. La solidez macroeconómica es el factor clave que permite que aún nos ubiquemos en una clasificación “media”. Si no se convierten escenarios problemáticos en oportunidades de ganancia, y si se sigue deteriorando las condiciones políticas, el marco socioeconómico seguirá deteriorándose.