Influenciado por el mundo de la lectura, el joven creador y fundador de la Librería Insomne nos cuenta más a detalle como nació este proyecto y algunas anécdotas relacionadas hacia el ámbito de las artes.
Todo comienza a raíz de una experiencia en la que Eduardo queda sin trabajo y sin dinero. Un día decide vender libros para conseguir algún ingreso y se topa con la dura realidad en la que tuvo que rematar hasta sus últimos libros de Arguedas por unas pocas monedas. En ese momento, entendió que el valor de esos textos merecía estar en otras manos que sí los valorasen. Pasaron unos meses en el cual decidió emprender un proyecto de venta de libros: Librería Insomne. Él cree que la actividad de lectura siempre está en constante despertar y movimiento. Eduardo Rios Cañamero nos cuenta más a detalle de esta nueva faceta que alguna vez vio venir.
¿Cómo surgió la idea de crear Librería Insomne?
-El motivo principal es que amo los libros. Los llevo comprando de manera recurrente desde hace casi cinco años o seis años y bueno, al inicio comencé a estudiar la carrera de Ingeniería, pero siempre tuve esta intención de leer, porque me interesaba la literatura, sobre todo eso, todo lo que tuviera que ver con cuentos, poesía y novelas. Poco a poco fui adquiriendo ese hábito, a pesar de estudiar una carrera totalmente opuesta. Sin embargo, tres años después de haber ingresado a la universidad, me cambié de carrera a Creación de Producción Escénica en la Facultad de Artes Escénicas. Creo que ese momento fue un quiebre en mi vida, porque me quité un gran peso de encima que me hizo sentir más cerca del lado creativo.
“En esta época las personas han vuelto a la lectura”
¿Por qué apostaste a crear un emprendimiento basado en literatura?
-En esta época la gente ha vuelto a la lectura. Las personas quieren saber e informarse sobre diferentes temas como políticos, sociales, económicos, artísticos, literarios, etc. Las personas están más vigilantes y se están informando recurrentemente sobre la pandemia, la vacuna, los diferentes acontecimientos políticos del país y del mundo, etc. Creo que ahora las personas dudan más que antes y eso gracias a que se lee más.
¿No es arriesgado armar un proyecto donde no hay mayores ingresos?
-Todo proyecto es riesgoso. Aquel que emprenda un negocio en estas épocas corre con la posibilidad de quebrar, de que no sea rentable. En este espacio no pienso vender a todas las personas, sino enfocarme en un grupo que son lectores y que consumen cultura. Creo que en ese sentido depende de cómo muevas tus fichas, de cómo llegas a la gente que realmente le interesa leer, sean libros de todo tipo de calidad (buenos o malos). Si te enfocas en ello, estas yendo a ese mercado donde hay esa necesidad. Un ejemplo es que veo que hay pocas tiendas que venden libros respecto a artes escénicas o dramaturgia, libros de poesía, humanidades y cuando llegan los ofrecen a precios exorbitantes o es muy difícil de conseguirlos. En mi librería estoy tratando de traer estos poco a poco para los lectores. Quizá eso me diferencia de otras librerías.
El nombre me genera curiosidad, ¿Tienes alguna historia basada en ello?
-Tengo una banda que se llama “Animal Insomne”, para variar, con mi mejor amigo Edson Tapia, donde hacemos Rock Instrumental con poesía. El nombre salió a partir de una idea que tuve conversando con él luego de un ensayo y pensé que el hombre es como un animal, uno que actúa por instinto y que lo “insomne” tiene que ver con estar despierto, con no poder dormir, porque esto significa morir y estar despierto es todo lo contrario. Entonces, tenemos este animal que necesita estar constantemente despierto, vigilante de lo que pasa al alrededor. A partir de eso también creo que colocarle el nombre de Librería Insomne es un poco traer esa idea. El libro como una persona, una persona como un animal, ambos insomnes porque están vivos.
“La literatura me salvó”
¿Podríamos decir que Eduardo Ríos Cañamero es un adicto a la literatura?
-Definitivamente. La literatura me salvó. Tuvo mucho que ver con los profesores que tuve en la academia y luego en la universidad. Como el de comprensión de lectura (Leonel Figueroa) o lectura crítica (Alejandro Zavala) que nos explicaban los textos de manera motivacional a que sigamos leyendo por nuestra propia cuenta, investigar y seguir leyendo. A mí me marcó un montón, y siempre está la idea o consejo de “Lean chicos, lean y podrán volar”. Empecé leyendo a Cortázar, luego Ribeyro, después Kafka y así sucesivamente. Luego, en la universidad, profesores como Sebastian Pimentel en el curso de Cine; Mario Montalbetti en el curso de Lenguaje, poesía y dinero; Javier Suarez en introducción a la literatura, Enrique La Cruz en Apreciación al Arte Moderno y Contemporáneo; Fernando de Lucchi en Teoría de la música; entre otros, me introdujeron a nuevas lecturas de poesía, cine, corrientes artísticas contemporáneas, música, teatro, ensayo, filosofía, etc.
¿Y cómo nació está interesante adicción?
-Dos momentos importantes: En primer lugar, cuando tenía 8 o 9 años me mudé a la nueva casa de mi abuelita Marina y no tenía amigos. Como en esas épocas no había internet y lo único que tenía de acceso al mundo era la televisión, me gustaba dibujar mucho y a partir de series como Dragon Ball Z, Los caballeros del Zodiaco, Yuyu Hakusho, entre otras, empecé a hacer historietas influenciadas de esas series, las cuales aún conservo porque creo que son el inicio de mi interés por crear literatura. En segundo lugar, cuando estaba en la academia pre-universitaria, estudiaba todo el día y no tenía tiempo para otra cosa que no fuera ello. Me sentía solo, no tenía a quién contarle mis problemas. Recuerdo perfectamente que en mi computadora antigua abrí un Word y me puse a escribir de cómo me sentía en ese momento. Pude botar todo lo que tenía y dicha experiencia me cambió. Quizás ese pasatiempo partió de la creación y luego me llevó a los libros. La palabra y las imágenes se convirtieron en un camino para imaginar. Los libros me dieron ese espacio. Debo decir que los libros me han convertido en una mejor persona.
Se que es muy rápido para preguntarte esto, pero ¿Cómo ves tu librería de acá en adelante?
-Esa es una pregunta muy delicada pero no deja de ser buena. Como recién estoy empezando, estoy construyendo la esencia de la librería y eso también es gracias a las personas que siguen la página, los que preguntan, los que hacen sugerencias, pedidos, etc. Quisiera que este sea un espacio horizontal con el público, de un trato personal, hacerlos sentir parte de algo más grande, de un espacio de aprendizaje donde se pueda compartir libros, lecturas, amistad, conocimiento, etc. Falta 1 día para que se cumpla un mes de haber empezado este emprendimiento y tengo muchas esperanzas de que esto crezca y que poco a poco pueda traer esos libros que tanto quiero compartir.
“A mí me interesa fomentar la lectura”
Qué más te satisface? ¿Ver a tus clientes comprando buenos libros o que compren libros no necesariamente de tu gusto?
-A mí me interesa fomentar la lectura. Creo que es importante saber qué libros vas a vender en tu librería. No solo traer libros por traer. El librero no solo tiene que conocer los títulos, sino leer lo que uno tiene. Uno va con el tiempo construyendo su canon y aún siento que me falta mucho por aprender y eso quiero con las personas que lleguen a la librería. Que descubran nuevos libros, nuevos gustos, nuevas lecturas que los construyas como seres humanos.
¿Entonces este ha sido tu sueño?
-Creo que mi sueño ha sido construir mi propia biblioteca personal (algo en lo que sigo trabajando) y ahora me gustaría compartir mi experiencia con más personas. Esto es reciente desde hace algunos años, porque llegué a los libros tarde, quizá a los 15 años. Cuando era pequeño no lo tenía en mente, pero ya con más edad y con este amor hacia ellos, las artes y la cultura pienso que encontré mi lugar.
¿Cuáles son los libros favoritos de los seguidores?
-Está “Los inocentes” de Oswaldo Reynoso que creo que es uno de los libros más vendidos. Nunca falta algún cliente que me pregunte por ese libro. Luego está “El zorro de arriba y el zorro de abajo” de José María Arguedas que es su última novela publicada luego de su muerte. De ahí está “Poeta en Milán” de Jorge Eduardo Eielson, un poemario genial; y finalmente, “La tentación del fracaso” de Julio Ramon Ribeyro, diario magistral del flaco.