Tras una infructuosa negociación sobre la nueva política de asilo, Mark Rutte dejará el premiarato en los Países Bajos, cargo que ocupa desde el año 2010, más que cualquiera de sus antecesores. Rutte, lideraba una coalición de gobierno de centro-derecha de cuatro partidos, la cual cayó luego de que la Unión Cristiana y D66, los dos miembros más centrados de la coalición, se opusieron al nuevo proyecto legislativo sobre pedidos de asilo.
Rutte y una coalición friccionada
Mark Rutte dió inicio a su cuarto periodo como primer ministro de los Países Bajos luego de que su partido, el Partido Popular por la Libertad y Democracia (VVD, en neerlandés), saliera victorioso, nuevamente, en las elecciones generales del 2021. Sin embargo, las negociaciones para formar un gobierno tomaron cerca de 300 días, siendo las negociaciones más largas en la historia del país. Dichas negociaciones derivaron en una repetición de la coalición gobernante en el periodo 2017-2021; la cual incluía, aparte del VVD, a D66 (Socioliberal), Llamada Demócrata Cristiana (CDA) y la Unión Cristiana (CU), ambos últimos de corte democristiano y conservador.
Es importante mencionar que dichas negociaciones estuvieron fuertemente condicionadas por el escandalo de beneficios sociales, destapado poco antes de las elecciones. El hecho de que el gobierno, tras dichas elecciones, fue conformado por los mismos partidos, desató un malestar generalizado no solo en la política local, sino también en la sociedad en general. Sin embargo, pareció que este escándalo no salpicó mucho en Rutte, conocido como «Mark de Teflón», por su aparente habilidad de mantener su imagen aislada de los escándalos políticos que sus gobiernos enfrentaron a lo largo del tiempo.
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El caso del asilo; el principio del fin
En las últimas semanas, la crisis dentro del gobierno neerlandés se acrecentaron producto de negociaciones encrispadas en relación a la creación de una nueva política de gestión migratoria y de pedidos de asílos en el país. Este asunto, de gran relevancia en Europa, resulta un problema grave para los Países Bajos, país que cerró el 2022 con 46,000 pedidos de asilo, y que aproximaba cerrar el 2023 con cerca a 70,000. Por su parte, Rutte y el VVD, junto a el CDA proponían mayores filtros, al igual que los partidos opositores al régimen desde la derecha, como los extremistas PVV y FvD. Por su lado, el D66, partido con la segunda minoría más grande en la segunda cámara, se oponía a estos filtros, al igual que el CU.
El asunto donde pareció que las diferencias se hacían irrenconciliables entre los socios fue en la categorización de calidades migratorias de los asilados. La división nacería entre la categorización de pedidos de asilo entre una clase ‘A’ y una clase ‘B’. Por un lado, la clase ‘A’ sería para individuos que tienen una razón personal para recurrir al asilo, es decir, sus vidas correrían riesgo de permanecer en sus países de origen. Por otro, la clase ‘B’ involucraría a todos aquellos que no tienen un motivo que los ponga en riesgo como individuos. Es decir, todo individuo cuyo argumento para pedir asilo no sea escapar de una guerra, caería dentro de un pedido clase ‘B’.
Condiciones inhumanas
Estas categorías desataron el malestar de los partidos del centro y la izquierda de la segunda cámara de los Estados Generales. Tanto para el D66 y el CU estas medidas serían inhumanas y, por ende, inaceptables. El argumento provisto era que, de aprobarse esto, las familias de aquellas personas categorizadas dentro de la clase ‘A’ correrían el riesgo de no ser aceptadas, ya que su solicitud de asilo sería revisada dentro de la clase «B». Esto llevaría a demoras en una respuesta, rechazo total del pedido de asilo o a asilos temporales en vez de permanentes. Esto llevaría no solo a la evidente separación de familias, sino también a la puesta en peligro de estas, ya que en ciertas situaciones podrían verse forzadas de volver a su país de origen.
Por su lado, el contrargumento del VVD y el CDA estaba relacionado a que solo así se podría reducir el porcentaje de pedidos de asilo exitosos al país. Según la postura de ambos partidos, solo con un sistema de dos clases de solicitud se podría reducir la cantidad de migrantes al país, dado que el 80% de las solicitudes de asilo serían exitosas bajo el sistema actual. Esto se contrapone a los porcentajes de éxito en países vecinos. En Alemania, cerca del 62% de solicitudes son aceptadas, mientras en Bélgica es solo el 43%.
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La caída de Rutte
El viernes pasado, luego de un acalorado debate en el Binnenhof, sede del poder ejecutivo en La Haya, las condiciones para un acuerdo nunca llegaron. Si bien los rumores durante el viernes en la noche dejaban en claro que el gobierno había caído, no fue hasta el sábado en la tarde, cuando Rutte, conduciendo su propio vehículo, visitó al rey Guillermo-Alejandro en el palacio de Huis ten Bosch. Dicha visita fue para comunicarle oficialmente su renuncia como primer ministro, producto de la caída de su gobierno.
Si bien Rutte abandonó el palacio sin declarar a la prensa, era casi un hecho su renuncia. Pocas horas después, no solo comunicó su renuncia a la ciudadanía vía una conferencia de prensa, sino también anunció su renuncia cómo lider del VVD. Al hacer esto, Rutte no podrá ocupar el cargo de primer ministro al no liderar su partido, lo cual pone fin a un premiarato que venía extendiendose desde el 2010. Del mismo modo, deja el liderazgo de su partido, el cual ocupaba desde el 2006.
¿Nuevos liderazgos o elecciones anticipadas?
Rutte, al momento, ocupa, junto a su gabiente, el poder en forma demisionaria; es decir, interinamente, hasta que los partidos de la coalición decidan una nueva recomposición del mismo. Sin embargo, esta tarea parece lejana a imposible, dado que el partido mayoritario, el VVD, se encuentra acéfalo tras la salida de Rutte. Si bien la actual ministra de justicia, Dilan Yesilgöz, ha oficializado su intención de tomar la posta a la cabeza del partido, esto deberá ser aprobado por el mismo y, der ser exitosa, deberá liderar nuevas negociaciones para formar un nuevo gobierno.
Esto último, sin embargo, parece una tarea titánica. Las relaciones entre el D66, el CU y el VVD, aliados en el poder hace casi 10 años, parecen sumamente frágiles en estos momentos. Sumado a esto, el esceptisismo entre los demás partidos del parlamento a permitir que el VVD permanezca en el poder podrían llevar a ninguna negociación prospere y que el país deba ir a elecciones anticipadas en Noviembre de este año. Dos agrupaciones políticas de creciente popularidad en el país podrían jugar un rol importante en que este sea el resultado. Tanto el BBB, partido populista de inspiración agraria, y la hipotética alianza entre los dos partidos de centro-izquierda más importante, PvdA y GroenLinks, estarían entre los partidos que podrían saltar al protagonismo por el liderazgo de un país que verá un cambio importante por primera vez en más de una década.