El escritor, poeta y ensayista argentino nació el 26 de agosto de 1914, en Bruselas. Su infancia fue ajetreada y disfuncional. Así la resumía: «me sentía con un sentido del tiempo y del espacio diferente al de los demás». Por esa razón, la lectura fue su gran compañera, llegando a la conclusión de que se había “enamorado de las palabras”.
La música jazz formó parte de sus pasatiempos, donde se le atribuye «Trottoirs de Buenos Aires», el disco de tangos realizado junto a Edgardo Cantón e interpretado por Juan Cedrón. Algo curioso sobre Cortázar es que, debido su lugar de nacimiento y estadía en países francófonos, siempre tuvo problemas para pronunciar la letra «R».
Además, a causa de su inconformidad por el gobierno de Juan Domingo Perón, comenzó a residir en París. Poco después, en los años 60, formó parte importante del boom latinoamericano. Dicha revolución consistía en un auge de novelistas y escritores exiliados en Europa, principalmente en París. Así, escribió su nombre en la literatura.
De esta forma, escribió “Rayuela”, la emblemática novela que conmocionó la narrativa contemporánea y reveló su gusto por los juegos lúdicos. Además, “Historias de cronopios y famas”, donde, con una mirada poética capaz de enfrentar las miserias de la rutina y del sentido común, toma partido por la imaginación creadora y el humor corrosivo de los surrealistas.
Julio Cortázar falleció el 12 de febrero de 1984 en París. En ese contexto, fue trasladado en una camilla más grande de lo normal, por su estatura de 1,93 metros. En consecuencia, su nombre empezó a ser empleado en proyectos, libros, escritos, colegios, avenidas y en un sinfín de elementos donde la literatura puede materializarse.