Ernest Hemingway fue un escritor y periodista estadounidense que maravilló a sus contemporáneos. Su obra se caracteriza por un lenguaje directo, rudo, coloquial, diálogos breves y muy concisos. En 1953 recibió el Premio Pulitzer, por “El viejo y el mar” y en 1954 el Premio Nobel de Literatura, por la totalidad de sus producciones. Es relevante recalcar que aquellos reconocimientos le permitieron trascender progresivamente como uno de los escritores más prestigiosos de la historia. Hemingway escribió diversas majestuosidades literarias como “Por quién doblan las campanas”, “Adiós a las armas”, “Fiesta” y “Al romper el alba”.
Las obras anteriormente mencionadas, al igual que el resto de sus escritos, no constituyen simples productos adicionales a la infinita gama literaria existente. Por el contrario, se trata de un conjunto de obras apoteósicas que no solo poseen una carga emocional significativa sino también técnicas de redacción originales y bastante complementarias. Su labor de periodista le permitió conocer y acostumbrarse a la utilización de frases cortas, pero incisivas; simples, pero indispensables. Por consiguiente, en su obra es posible encontrar una crudeza particular que enriquece las historias y las diferencia de otro autor.
Hemingway poseía una habilidad innata para la literatura que le permitió acceder durante su infancia al diario escolar. La complejidad de su vida propició en él una dependencia insalubre hacia el alcohol. De esa forma, su salud física se fue deteriorando junto a su estado mental, ya que también padecía de alzheimer. Deteriorado y repleto de conflictos consigo mismo, Hemingway acabó con su vida a los 62 años. El 2 de julio de 1961, el extravagante literato se suicidó de un tiro, en su casa de Estados Unidos.