El derecho al voto femenino fue otorgado mediante la Ley Nº 12391, cuya promulgación fue el 7 de setiembre de 1955 por Manuel A. Odría. Sin embargo, dicho derecho solo se les concedería a las mayores de 21 años y a las casadas mayores de 18 que supiesen leer y escribir.
En aquel entonces, el contexto educativo del Perú poseía un alto índice de analfabetismo, principalmente en las mujeres, ya que todavía se les consideraba y atribuía un papel secundario y hogareño. En ese sentido, dicha ley marginaba a las iletradas y analfabetas del territorio nacional.
Es relevante mencionar que dichas medidas provocaron una participación parcial del sector femenino. En aquellas elecciones se registró un millón 575,741 electores, de los cuales el 66% eran hombres y el 34%, mujeres. Además, participaron 30 candidatas de diversos departamentos. Dichas cifras representan aquella inicial y tímida participación femenina.
En 1979, se incorporó a los iletrados en el ejercicio electoral. De esta forma, se elevaría progresivamente la participación de las mujeres en los sufragios. Cabe mencionar la importante intervención de agrupaciones aisladas de mujeres, encabezados por María Jesús Alvarado, Adela Montesinos, Zoila Aurora Cáceres, Elvira García y García y la poeta Magda Portal, entre otras.

El papel de la mujer continuaba siendo cuestionado por su capacidad en el ejercicio electoral del país. Finalmente, se impuso el voto progresivo, cuya implementación permitía que votaran en elecciones municipales hasta que se educaran electoralmente para participar en las generales.
El Perú fue el penúltimo país de América Latina (antes de Paraguay) en aceptar el voto femenino. Ecuador fue el primero en América Latina en 1929, seguido de Brasil y Uruguay en 1932. De esta forma, se realizaría una inclusión que atentaba contra las costumbres de generaciones pasadas.