“Yo te curo, Dios te sana” es una de las frases más recordadas del primer santo negro de la historia. Hoy está de fiesta San Martín de Porres al cumplirse 381 años de su partida al cielo.
Hijo de Juan de Porres, noble español y de Ana Velásquez, liberta panameña, Martín de Porres nació en Lima el 9 de diciembre de 1579 . Dedicó toda su vida al servicio a Dios y a quienes se atravesaran en su camino. Santo Toribio de Mogrovejo lo bautizó y desde pequeño profesó su solidaridad y ayuda al realizar múltiples labores, como barbero y ayudante de dentistas. Fue así como toda la capital iba conociéndolo.
El fraile Juan de Lorenzana lo invitó al convento de Nuestra Señora del Rosario; sin embargo, esto no significó un cambio en su vida, ya que no se le permitía ser religioso debido a su color de piel. En muchas ocasiones no era reconocido, pero era tanta su devoción que tan solo le importaba seguir a Jesús y difundir sus enseñanzas.
Vida dedicada al servicio
Solía estar relacionado a las labores de limpieza, es así, que solemos verlo casi siempre en imágenes con una escoba, además de su rosario. Muchos afirman haberlo visto en más de un lugar a la vez, pasar por puertas cerradas y unificar a aquellos que eran enemigos, como el caso del ratón, el gato y el perro a quienes hizo comer de un solo plato a todos.
El 3 de noviembre de 1639 dejó de estar presente en la tierra, pero pasó al corazón de muchos limeños que hasta la actualidad lo recuerdan. Fue hasta 1962 que llegó a ser canonizado por el papa Juan XXIII quien rindió unas palabras. Les recordó el servicio al prójimo que tenía en cualquier condición y esa sería la característica por la que nunca quedará en el olvido.
Hoy en día sus restos reposan en la capilla de Santa Rosa de Lima, donde miles de limeños aún le rinden culto.