El papa Francisco ha culminado su trigésimo quinto viaje apostólico a Chipre y Grecia. Durante su visita al país helénico, Francisco fue recibido en el Palacio de Gobierno de Atenas por la presidenta Katerina Sakellaropoulou y las autoridades civiles griegas. Ante las autoridades griegas, Jorge Mario Bergoglio recordó que Grecia fue la cuna de la democracia. El Papa aprovechó la oportunidad para hablar sobre la crisis que atraviesa la democracia en el mundo; además criticó el surgimiento de los populismos y nacionalismos en muchos países de Europa, los cuales están debilitando la democracia en los países.
“Sin Atenas y sin Grecia, Europa y el mundo no serían lo que son actualmente, serían menos sabios y felices. Este país acogedor, ha visto la llegada de muchos migrantes a sus islas, lo cual aumentó sus problemas económicos dejado la crisis económica de 2008. Actualmente, la Unión Europea se está viendo bloqueada en su política migratoria ante los egoísmos nacionalistas; y que están haciendo ver a la Unión Europea desordenada y confundida a nivel internacional en sus políticas del bien común para con los migrantes”. Eso fue lo que resaltó el papa Francisco.
De esta manera, el Pontífice ha hecho mención a los problemas actuales que Bruselas viene teniendo con algunos de sus estados miembros, como con Polonia. País que actualmente se niega a recibir a más migrantes y está buscando financiación para construir muros en sus fronteras con Bielorrusia.
En su segundo día en Grecia, el Papa aprovechó para visitar de nuevo la isla de Lesbos, tras su primera visita en 2016. Este lugar es uno de los puntos migratorios más críticos del viejo continente durante la primera crisis migratoria en Europa. En su paso por la isla, Francisco estrechó la mano de más de 600 migrantes hacinados en los containers provisionales brindados por las autoridades griegas. A su paso, Bergoglio escuchó uno que otro testimonio desgarrador de algún migrante en su travesía para llegar a Europa. Muchos guardan la esperanza de que la visita del Papa ayude a flexibilizar a las autoridades europeas. Además de que les brinden sus papeles de asilo en el viejo continente.
Antes de dejar Lesbos, Francisco compartió un momento con unos 40 migrantes del campamento de Mavrovouni, varios de ellos portando a sus hijos en brazos. Tal como lo hizo en su discurso ante el Parlamento Europeo en 2014, Bergoglio volvió a utilizar la frase: “El Mediterráneo que por mucho tiempo ha unido a tantos pueblos, se ha convertido en un lúgubre cementerio de personas”. Así de crudo fue el discurso del Papa en Lesbos, quien exhortó públicamente a los países europeos a cambiar su actitud indiferente frente a las miradas de tantas personas. Entre ellos niños que esperan poder encontrar un mundo de oportunidades, las cuales les fue negada en sus naciones de origen.
Francisco regresó al Vaticano, pero deja abierto un nuevo debate para las autoridades europeas respecto a priorizar las políticas migratorias y evitar más indiferencia ante lo que sucede en el Mediterráneo. El problema de la pandemia se utilizó como excusa para frenar la política migratoria, pero, conforme se va avanzando en políticas de inoculación, la Unión Europea no podrá seguir dejando eso de lado.