En pleno siglo XXI, redes sociales como Twitter, Facebook e Instagram cuestionan contenidos, borran mensajes y suspenden las cuentas de los usuarios que no siguen la agenda política «ideal».
El día de ayer, por primera vez en la historia digital, se comete el mayor atentado contra la libertad de expresión. Este tuvo como protagonista al presidente de EE.UU. Las redes sociales de Trump se cancelaron con la justificación para que haya una atmósfera de paz ante el cambio de mando que se realizará este 20 de enero.
Mark Zuckerberg
En un comunicado, Zuckerberg anunció que Trump hace uso de sus redes sociales para incitar a una insurrección violenta contra el gobierno elegido democráticamente. Es por ello que, la censura durará como mínimo dos semanas o hasta terminar la transición de poderes en los EE.UU.
A lo largo de la historia, se juzgó a distintas instituciones por violentar los derechos humanos y la libre expresión de las minorías. En la actualidad, se esta regresando a aquellas épocas que tanto se criticaba. Podemos evidenciar que las grandes empresas globales tienen mayor poder que el mismo representante de un país.
La pregunta que surge es, ¿hasta dónde llega la autoridad de las plataformas web, para censurar el derecho a la libertad de expresión no solo de cualquier persona, sino también de los presidentes tales como el de Estados Unidos?.
Pronunciamientos
El profesor Martín Becerra, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET), mencionó lo letal que puede ser este comportamiento.
“Es alarmante que las empresas dueñas de las plataformas digitales tengan el derecho a decidir qué es lícito y qué no lo es. No existe ninguna norma democrática que autorice tal comportamiento”, recalcó.
El presidente de México acusó a Twitter de querer ser la Santa Inquisición para decir quién sí y quién no puede hacer uso de su libertad de expresión a través de sus redes sociales.
Andrés Manuel López Obrador, afirmó que se trata de un atentado a las libertades de las personas ya que la acción de censura no se originó por parte de ninguna autoridad, sino de una empresa