El líder del grupo respaldado por Irán, Hassan Nasrallah, falleció el viernes en un ataque que desencadenó casi 48 horas de bombardeos continuos. Entre las víctimas de los ataques se incluyen decenas de altos comandantes y funcionarios del grupo. Asimismo, es probable que también hayan muerto numerosos civiles. A más de 24 horas de haber recuperado el cuerpo de Nasrallah del cráter dejado por las bombas, aún no se ha programado su funeral. Esto es algo inusual en la tradición islámica, donde los entierros suelen ser rápidos.
Contexto del conflicto
La reciente intensificación del conflicto se enmarca en un contexto más amplio de tensiones entre Israel y Hezbollah, el grupo militante chiita libanés respaldado por Irán. Desde que Hamas lanzó un ataque masivo contra Israel el 7 de octubre, Hezbollah ha respondido con ataques con cohetes desde el sur de Líbano, lo que llevó a Israel a iniciar una campaña aérea masiva en respuesta. Esta escalada ha resultado en la muerte de más de 1,100 personas y el desplazamiento de cerca de un millón de libaneses
LEE TAMBIÉN: Elecciones de Austria: El FPÖ logra una victoria histórica
Impacto en la capital
Beirut, la capital libanesa, ha sido uno de los principales objetivos de los ataques aéreos israelíes. En un ataque reciente, aviones israelíes bombardearon un edificio en el centro de la ciudad. Es la primera vez que se realizan bombardeos dentro de los límites urbanos desde el inicio del conflicto actual. Este ataque dejó varios muertos, incluidos miembros del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) y causó daños significativos a la infraestructura.
Los residentes describen escenas caóticas tras los bombardeos. «Estábamos durmiendo. De repente, escuchamos el sonido de sirenas y una explosión», relató un habitante local. Las calles estaban cubiertas de escombros y los edificios mostraban signos evidentes de destrucción. La sensación de terror y desconcierto se ha apoderado de la población, que se enfrenta a la incertidumbre sobre su seguridad y futuro.
Muerte de Hassan Nasrallah
El grupo aún no ha nombrado un nuevo secretario general, lo que va en contra de las expectativas de un plan de sucesión rápido tras la muerte de Nasrallah. Esto ha alimentado la percepción de que Hezbollah, el grupo chiita libanés que durante décadas dominó la política del país, se ha convertido rápidamente en una organización fantasma. Con un solo golpe, Israel parece haber eliminado no solo a la cúpula del grupo, sino también sus planes de contingencia. Esto representan una muestra de la infiltración israelí en sus filas.
“Es mentira. No hay pruebas de que esté muerto”, dijo Hassan, un seguidor de Hezbollah que se apoyaba en una motocicleta, con lágrimas en los ojos. “Pronto aparecerá y nos sorprenderá”. Abu Mohamad, un chiita de mediana edad desplazado del sur del Líbano y refugiado en una acera del centro de Beirut, afirmó: “No importa si está vivo o muerto, porque un líder como Nasrallah vive siempre en nosotros. Seguiremos su camino y volveremos a nuestros hogares”. Nasrallah generaba sentimientos muy fuertes entre los libaneses, siendo tanto venerado como odiado. Sin embargo, tanto sus seguidores como sus detractores están conmocionados por los profundos cambios políticos y la devastación humanitaria resultante.
LEE TAMBIÉN: Asesinato de Nasralá desestabiliza Hezbolá y aumenta la tensión regional
Impacto humanitario
Las autoridades libanesas calculan que aproximadamente 1.100 personas han muerto y alrededor de un millón han sido desplazadas. Esto debido a la campaña de bombardeos israelíes que comenzó el lunes anterior. Israel justifica los ataques como una respuesta a los cohetes lanzados por Hezbollah. Los mismos que siguieron al ataque de Hamas el 7 de octubre y que provocaron el desplazamiento de 60.000 personas en el norte de Israel.
Además, los ataques israelíes han obligado a 100.000 personas a huir de las aldeas fronterizas libanesas. No obstante, Hezbollah ha prometido seguir atacando mientras continúe la ofensiva israelí en Gaza. Amplias zonas de los suburbios densamente poblados del sur han sido devastadas. Los desplazados han buscado refugio en las áreas occidentales de la capital, que son más ricas y no han sido afectadas, acampando en aceras, parques, escuelas, iglesias y mezquitas.
Cuando las bombas cayeron el viernes en el sur de Beirut, las calles del oeste de la ciudad se llenaron de gente. Algunos desplazados conversaban en las aceras, mientras otros intentaban dormir en los bancos. Mujeres acunaban a sus bebés, y niños pequeños vagaban por las calles en pijama, sin rumbo entre los coches estacionados en doble fila. En la calle comercial Hamra, una multitud se reunió frente a un edificio abandonado, deteniendo casi por completo el tráfico. Un hombre derribó la puerta de hierro para que los desplazados pudieran entrar en busca de refugio.
La devastación causada por los bombardeos israelíes ha dejado cicatrices profundas en Líbano. La combinación de muertes masivas, desplazamientos forzados y destrucción generalizada ha creado una crisis humanitaria sin precedentes que requiere atención urgente. Los bombardeos israelíes han dejado una estela de devastación y desconcierto en las calles. El futuro inmediato para Líbano es incierto. Sin embargo, lo que es claro es que la población civil está pagando el precio más alto en este conflicto prolongado.