Luis Inácio Lula da Silva ganó la segunda vuelta electoral en Brasil y vuelve a gobernar al gigante sudamericano. La escasa ventaja del 0.8 % del total de votos que obtuvo Lula frente a su contrincante Jair Bolsonaro demuestra que los resultados oficiales desmienten lo que varias encuestadoras afirmaban: que el triunfo de la izquierda sería por una ventaja considerable.
Brasil es un país polarizado como muchos otros en la región, lo cual se ve reflejado por el alto nivel de pobreza y desigualdad, así como la sombra de la corrupción que embarró a los gobiernos de Lula y de Dilma Rousseff, por los recordados escándalos de Lava Jato y de la constructora Odebrecht que llevaron al líder del PT, a ser sentenciado a doce años de prisión. No obstante, en marzo de 2021, un juez de la Corte Suprema de Brasil, decide anular todas las sentencias impuestas contra Lula, argumentando la falta de competencia jurídica del juzgado que lo encontró culpable y dándole la posibilidad de salir en libertad y postular en los recientes comicios electorales.
Lula es considerado un personaje importante para la política brasileña. Sus dos gobiernos consecutivos fueron parcialmente exitosos en el ámbito económico, donde su economía tuvo un apogeo considerable y emergente a nivel mundial. El éxito de los dos gobiernos de Lula, llevó a que, en las electorales de 2010, su vicepresidenta y compañera de partido Dilma Rousseff, gane las elecciones y así continúe el legado hasta el 2016. Cuando estalló el caso Lava Jato, considerado el más escandaloso en materia de corrupción en toda América Latina, manchó tanto la popularidad de Lula como la de Rousseff, ocasionando que esta fuese destituida por el parlamento en 2016, y que la justicia le abriese un proceso judicial a Lula.
La decepción de un gran sector de la población sobre la clase política de izquierda representada en Lula, se fuese disipando y girando hacia los sectores políticos de la derecha, respaldado por el voto del sector conservador de la población evangélica, que trajo como consecuencia el triunfo de Jair BolsonarXo en 2018. A pesar de sus políticas y discursos radicales que caracterizaron siempre a Bolsonaro; y su mala gestión durante la pandemia del Coronavirus, parece no haber afectado la moral de un sector del electorado para brindarle su voto con el fin de evitar el triunfo de Lula. Cabe recordar que luego de la reñida primera vuelta electoral, ambos candidatos se dedicaron en hacer juego político de poder e ideológico, atacándose mutuamente y dejando de lado sus propuestas a futuro, para conseguir el voto de los indecisos que definiera su triunfo.
La victoria de Lula completa el panorama político de izquierda en América Latina. No obstante, tendrá varios desafíos a enfrentar, para cumplir con su promesa de recuperar el crecimiento económico del país y sacar a muchas personas de la pobreza. El regreso de sus políticas sociales que caracterizaron sus dos gobiernos anteriores son el abanderado para llevarlo a cabo. Cabe destacar, que el contexto durante sus gobiernos anteriores es muy diferente al que actualmente vive Brasil y el mundo.
La primera tarea de Lula será fomentar la unidad de un país polarizado, tal y como lo demuestran los resultados de la presente elección. Asimismo, hacer consenso con las fuerzas políticas en el parlamento, que mayoritariamente está controladas por fuerzas de derecha, para llevar a cabo sus políticas. Por último, debe retomar el liderazgo regional y convocar a los gobiernos de América Latina, que en su mayoría son actualmente de izquierda, y para los que Lula fue catalogado por muchos analistas como un referente de la izquierda latinoamericana apegado a las reglas de una democracia liberal.