La agencia de noticias RTL, de los Países Bajos dio a conocer sus sospechas de que, desde el año 2018, dos estaciones de policía clandestinas chinas operarían dentro del país. Estas estaciones, que operan bajo el nombre de «estación de servicios en el exterior», existen fuera del conocimiento del gobierno neerlandés, el cual en un comunicado en respuesta la investigación clarificó de «ilegal» y que, por ende, iniciarán una investigación en el asunto.
Según lo publicado por RTL, las estaciones cumplirían con la misión de rastrear y presionar a voces criticas del gobierno chino. Por ende, cumplen como brazos de la inteligencia de Beijing en el extranjero. A su vez, estas oficinas operan no solo al margen de la ley neerlandesa, dado que existen sin el conocimiento del gobierno de dicho país, sino también al margen de las misiones oficiales chinas, ubicadas en La Haya. Dicha autonomía les permite, aparentemente, poder contactar y seguir a ciudadanos chinos y amenazarlos con la intención de socavar las críticas hacia el régimen chino. A su vez, informó que las estaciones, por existir marginadas de las embajadas, no son gestionadas por funcionarios públicos, sino por ex-agentes de inteligencia.
Amedrentamiento a refugiados
Esta investigación nació a raíz de una denuncia hecha por un ciudadano chino residente en los Países Bajos, de nombre Wang Jingyu. Wang, un refugiado, informó que a inicios de este año fue contactado por una persona que decía ser de la estación de policía china ubicada en Róterdam (la otra estación identificada es en Ámsterdam). Esta persona intentó persuadir a Wang de volver a China a «arreglar sus asuntos personales», donde sobre Wang pesa una orden de detención. Posteriormente, Wang recibió diversas amenazas del mismo número telefónico via WhatsApp, donde se le ha llegado de amenazar de muerte.
En respuesta, Wang Wenbin, vocero del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, justificó la existencia de estos burós. Wang explicó que tienen como función asistir a ciudadanos chinos en el extranjero, con trámites que en China son responsabilidad de la policía local. Entre estos procedimientos se encuentran la renovación de documentos de identidad, licencias de conducir, entre otros. A su vez, Wang comentó que la utilidad de estos nace a raíz de la pandemia por el COVID-19. Esto por las restricciones impuestas por el gobierno Chino, las cuales no permitieron a varios ciudadanos chinos volver a su país para poder acceder estos servicios, como lo hubiesen podido hacer en circunstancias no excepcionales.
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Práctica sistemática
Si bien esta información fue traída a la luz en los Países Bajos por primera vez esta semana, ya existe desde Setiembre información respecto esta práctica de las autoridades chinas. En un reporte de la ONG española Safeguard Defenders, se identificaron al menos 54 de estas estaciones de policía clandestinas operando en diversos países. A su vez, todas son manejadas por las dependencias policiales de las ciudades de Fuzhou o de Qingtian. En el caso puntual de América Latina, se nombraron seis, operando en Sao Paulo, Rio de Janeiro, Buenos Aires, Viña del Mar, Quito y Guayaquil.
A su vez, el reporte mencionó que, entre abril del 2021 y junio del presente año, alrededor de 230,000 ciudadanos chinos residentes en el exterior catalogados como «fugitivos» fueron contactados por estas estaciones de policía clandestinas para persuadirlos de volver a China. Esto último sin la necesidad de estar siendo buscado por ser acusado de haber cometido un crimen, como en el caso expuesto anteriormente.
Finalmente, se menciona que, desde finales del 2021, el gobierno chino tiene una lista de países donde sus ciudadanos no están permitidos de vivir «sin una buena razón». Esto producto de la relación que los ciudadanos chinos residentes en estos países tienen con denuncias de haber cometido fraude a través de internet. Parte importante de los ciudadanos contactados por las dependencias policiales chinas en el extranjero con la misión de persuadirlos de volver al país, serían residentes en estos países, ubicados todos en el Medio Oriente y en el Sudeste Asiático, y sin necesariamente haber estado en efecto ligados a casos de fraude.