En el Día de Canadá, fecha donde se celebra la independencia de este país del Reino Unido, un grupo de manifestantes derribó las estatuas de la reina Victoria y de la reina Isabel II. La acción respondió al reciente descubrimiento de la muerte de cientos de niños indígenas que durante décadas fueron enviados a internados para ser «evangelizados».
¿Qué sucedió en Canadá?
La estatua de la reina Victoria fue tumbada y decapitada mientras se coreaba: «No hay orgullo en el genocidio». Tras ello, la figura de la monarca se cubrió de marcas de manos de pintura roja. Acto seguido, se replicaron las acciones en la estatua de la reina Isabel. Las iglesias también sufrieron los estragos de las protestas; hace una semana se reportaron incendios y los protestantes cubrieron muchas de ellas con pintura naranja y roja.
«Nos han impulsado, con razón, a reflexionar sobre los fracasos históricos de nuestro país»
Justin trudeau, primer ministro de canadá
Antecedentes
Durante los siglos XIX y XX, más de 150 mil niños indígenas se separaron de sus familias para acudir forzosamente a internados, donde desarrollarían su asimilación en la sociedad. La Iglesia Católica, apoyada en el financiamiento del gobierno inglés, habría dirigido estas instituciones, donde miles de niños se sometieron a instalaciones precarias, desnutrición, y abusos físicos y sexuales.
Vandalismo a monumentos
Desde la muerte de George Floyd a manos de un agente policial, aumentaron los ataques a monumentos en un «gesto de reivindicación» contra personajes que se han visto envueltos en polémicas de discriminación o violencia.
Uno de los más atacados ha sido Cristóbal Colón, a quien se le responsabiliza de la explotación y muerte de miles de pueblos originarios de América por parte de los europeos. El movimiento «Black Lives Matter» realizó actos vandálicos contra la estatua de Cristóbal Colón en las ciudades estadounidenses de Minnesota y Boston. Latinoamérica tampoco ha sido ajena a estos actos; pues en Colombia, el monumento de Colón fue decapitado en las últimas protestas en contra del gobierno.
Puede causar extrañeza que un personaje determinante en la lucha contra el Partido Nazi fuera hoy condenado. La estatua de Winston Churchill también sufrió la ira de los protestantes que pintaron su imagen con la frase «era un racista». Al ex primer ministro del Reino Unido se le atribuyen frases como: «Detesto a los indios. Son un pueblo bestial adepto a una religión igualmente animalesca», o calificar a Mahatma Gandhi de «maligno fanático subversivo».
Según el historiador Andrew Roberts, los detractores de Churchill «sacan de contexto sus palabras» para endosarle la muerte de millones de personas de la Hambruna en Bengala de 1943. A pesar de estas acusaciones, los documentos prueban que Churchill no dejó morir de hambre a los bengalíes.