Con 10 ausencias, 35 abstenciones, 5 votos en contra y una abrumadora mayoría de 143 votos a favor, el pasado miércoles 12 de octubre se aprobó la Resolución de la Asamblea General (AG) de las Naciones Unidas ES-11/4, que no reconoce el referéndum realizado por la Federación Rusa en las regiones de Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Luhansk y su subsecuente anexión. Aunque las resoluciones no tienen un carácter jurídicamente vinculante, denotan las intenciones de los estados del sistema internacional. Lo anteriormente mencionado no solo aplica a quienes alzaron la voz contra la anexión de territorio ucraniano, sino a quienes la defendieron o callaron. Por ello, se pueden observar particularidades del sistema internacional en estas resoluciones, las cuales denotan la postura diplomática que potencialmente pueden adoptar. Particularmente, la oposición en la votación de la AG sobre las anexiones de Rusia en Ucrania.
¿Retorno a un sistema bipolar?
Han pasado tres décadas del final de la guerra fría y, con el fin del sistema bipolar, el tablero mundial cambió. Sin embargo, las reminiscencias del telón de hierro aún se sienten en una nueva forma, pero con la misma esencia. Los antiguos territorios y satélites de la Unión Soviética, bajo la carta de navegación de Alexander Duguin y la mano de hierro de Putin, aún se estremecen bajo la sombra de Rusia, y el conflicto con Ucrania ha revivido varias de esas pasiones. La sesión especial de emergencia de la Asamblea General revela esta tendencia y muestra que esa cortina de hierro no desapareció del todo.
Aunque las resoluciones emitidas en este órgano constituyen una declaración de intenciones de la comunidad internacional, su efecto diplomático es contundente. La oposición, respaldada por Rusia, Siria, Corea del Norte, Belarus y Nicaragua, es prueba del respaldo aun continuo de varios países antiguamente alineados y vinculados a la Unión Soviética, así como a aliados recientes de Rusia (e.g. el gobierno sirio de Bashar al Ásad). Sin embargo, llama aún más la atención la votación en abstención, pues los potenciales aliados económicos y estratégicos se hallan ahí.
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De las abstenciones en la asamblea general:
El caso de India no se va a mencionar, pues ya fue analizado a fondo en una columna anterior. Por otro lado, China se corresponde de manera similar a India, por lo que no sorprende que, aunque no apoye la medida, no presente oposición en la votación de la AG contra Rusia. Es necesario precisar que su abstención se debe principalmente a sus vínculos diplomáticos y comerciales con otros estados que secundan la moción, pues de facto sí la apoyaría por el paralelismo con sus pretensiones sobre la isla de Formosa/Taiwán. Después, la abstención de Armenia denota cierta cercanía hacia Rusia por su apoyo en la guerra de Nagorno Karabaj. Sin embargo, no es oposición tajante por las cercanías que Armenia guarda con la UE.
Las abstenciones de los países de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), al igual que la de países como Vietnam, Cuba, Laos, Sri Lanka y Mongolia, por motivos ideológicos, tampoco sorprende. La de Etiopía, por su conflicto por la independencia de Eritrea y el apoyo ruso recibido en dicha campaña, también muestra una vinculación con el país eslavo.
¿Una nueva guerra fría?
Uno podría entender, por lo anteriormente mencionado, que el orden mundial está propendiendo a retornar a la bipolaridad característica de la guerra fría. Nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que las tensiones entre los países otrora socialistas y los democráticos han cobrado cierta fuerza, el comercio internacional y la globalización hacen improbable el retorno a un escenario así. Pese a ello, resulta interesante resaltar la influencia que la geopolítica del siglo pasado aún ejerce sobre crisis de esta índole.