El 11 de setiembre es una fecha que cambió el curso de la historia, no solamente de Estados Unidos sino del todo el planeta. Las fuerzas norteamericanas dieron curso a una serie de actividades geopolíticas con la finalidad de asegurar la soberanía de su país, cumpliendo un rol preponderante en el orden internacional.
Invertir para recuperar la seguridad
El Gobierno estadounidense desembolsó grandes cantidades de dinero para destinarlo a la seguridad nacional. Desde el año 2002 hasta el 2006, el presupuesto superaba en 50 mil millones de dólares a toda la inversión que hubo en la década de los noventa. Así, se instauró una guerra frontal contra el terrorismo.
Creación del Departamento de Seguridad Nacional
Después de los ataques del 11 de setiembre, los funcionarios norteamericanos vieron conveniente crear un institución creada exclusivamente para proteger al país contra nuevos ataques terroristas, revestir la seguridad interna, y prevenir desastres. Su labor continúa mediante una exhaustiva recopilación de datos y la realización de investigaciones a agentes externos sospechosos.
Invasiones a Irak y Afganistán
La política extranjera del Gobierno de George W. Bush, quien fue presidente entre los años 2002 y 2008, permitió la construcción de programas de seguridad preventiva, justificando y promoviendo las invasiones a Afganistán, donde se derrocó el régimen talibán, y a Irak, donde se terminó con la dictadura de Sadamm Hussein.
Enemigos fuera del eje geográfico
La concepción internacional del enemigo cambió radicalmente. El peligro ahora era difícil de identificar, ya que estaba fuera del eje geográfico. Antes, los combates estaban dirigidos a estados o gobiernos determinados, sin embargo, como lo señala el internacionalista Enrique Serrano, el enemigo se «privatizó». Después, las inteligencias de seguridad realizaron persecuciones a miembros de grupos religiosos o radicalistas como Al Qaeda, IRA (Irlanda) o ETA (España).
La instauración de nuevas democracias
Tras el derrumbe de las torres gemelas, los gobiernos autoritarios del mundo fueron el objetivo de los países que se alinearon para encontrar a Osama Bin Laden. Organismos mundiales como la ONU, y países como Reino Unido, Canadá, Francia y Estados Unidos, impulsaron sus esfuerzos internacionales para iniciar procesos de disolución de los regímenes autoritarios.
Según el politólogo Ancízar Marroquín, el impulso del control del petróleo en Medio Oriente estuvo también fundamentado por las nuevas geopolíticas. Sin embargo, estos esfuerzos dieron origen también al surgimiento de nuevos liderazgos que se levantaron con el pueblo.
Deportaciones y políticas fronterizas rígidas
La administración de Bush fomentó las deportaciones y configuró nuevas restricciones de inmigración. Entre el año del ataque hasta el 2012, las deportaciones de «criminales» se incrementaron en un 400%. Si bien estas personas fueron acusadas de un delito, no habían sido condenados.
Asimismo, hubieron numerosas restricciones a los derechos civiles. Dirigidas especialmente a musulmanes. Después del atentado, se registraron alrededor de 80 mil huellas de árabes y musulmanes. Muchos de ellos fueron entrevistados y detenidos, en función una resolución del Congreso que autorizó el uso de fuerza militar para detener y prevenir el terrorismo internacional en los Estados Unidos.