En el desarrollo del contexto de la lucha contra la pandemia del COVID-19, se han observado diversos proyectos legislativos de temática económica, uno de ellos busca una reducción del 20% de las tasas de interés impuestas por las instituciones financieras e imponer un tope a las mismas.
Sus promotores se sustentan en el hecho de que las cifras registradas actualmente pueden no evidenciar la ayuda suficiente por parte de los bancos hacia los usuarios en la reprogramación de préstamos y en los intereses impuestos a los mismos.
El BCR mediante un artículo publicado en la revista Moneda indicó que para poder desarrollar restricciones a la tasa de interés es necesario tener en cuenta los determinantes de esta, como son la tasa de interés pasiva, gastos operativos, margen de ganancia y la compensación por el riesgo de impago. La institución indica que el proyecto de ley debe revisar a fondo estos factores y verificar si efectivamente resulta rentable lo que se está proponiendo, o puede resultar problemático, y en vez de ayudar al consumidor, perjudicarlo.
En julio del 2019, la Superintendencia de Banca y Seguros, publicó un informe indicando que el riesgo de impago era creciente. La morosidad era de un 5% y podía aumentar hasta un 7%. Tomando en cuenta estas cifras, y en el contexto actual, el riesgo ha aumentado, lo cual puede implicar una imposibilidad de los bancos para poder trasladar riesgos y reducir las tasas.
El Banco Mundial ha indicado anteriormente que la imposición de una reducción de las tasas de interés generaría una desintermediación financiera, esto significa mayor restricción del acceso al crédito, con mayor repercusión en los sectores con menores ingresos. Provocando incremento en comisiones e incentivando el uso de créditos obtenidos a través del sistema informal, con los riesgos que implica.
Por su parte, el Banco Central de Reserva (BCR), haciendo uso de un abanico de herramientas de política monetaria de la cual dispone, ya ha reducido la tasa de interés de referencia a 0.25% con el objetivo de impulsar el acceso al crédito, promover el consumo e incentivar la inversión.
“El efecto traspaso”, la rapidez con la cual las entidades bancarias responden a cambios en la tasa de referencia, según los especialistas, no es inmediata. Además, depende en su mayoría de expectativas y factores externos como el contexto del país y las decisiones de consumidores y de empresas.