El tesoro público es un órgano de vital importancia para la política económica de un país, por esa razón, el Estado se encarga de que todos aportemos en su crecimiento. Esto lo logra de manera parcial usando su mecanismo más común de recaudación monetaria: el cobró de impuestos. Sin embargo, no es la cantidad de dinero invertido lo que da eficiencia a los servicios públicos, sino la calidad de gestión de los recursos escasos.
Con base en la encuesta, la mayoría de peruanos no confía en el Estado para gestionar ni la salud (Essalud) ni la seguridad (PNP) ni la justicia (PJ). Esto se ha percibido con mayor intensidad, durante la pandemia, cuando se acreditó la precariedad de la calidad política y, aún peor, la ineficacia del sistema de salud, el cual, lamentablemente se llevó consigo miles de vidas.
¿Desconfianza en los privados?
Según la encuesta de Ipsos, la mitad de los peruanos no confía en los privados, aún cuando estos hayan tenido resultados competitivos en el mercado sin necesidad de ejercer la concentración del poder sobre el. Un claro ejemplo es el caso del precio de medicamentos.
Tras revisar los precios de 75 medicamentos en siete países de Latinoamérica (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, México y Perú) se obtuvo, según el informe de Ipsos, que el precio promedio en Perú (US$ 4.1) es 53% menor al de la región (US$ 8.8). Si queremos un caso más específico, el costo promedio de medicamentos para enfermedades crónicas el país es de US$ 3,4 y está 60% por debajo del promedio regional (US$8.5).
Caso Farmacéuticas
Actualmente, las industrias farmacéuticas han sentido el golpe de las tan deslumbradas políticas públicas del gobierno, que intentan regular de manera excesiva el mercado con base en el control de precios. Esto se ve reflejado en la disminución de producción que han sufrido, ya que los productos farmacéuticos representaban el 0.25% de la estructura del país en el 2007; no obstante, en el 2020, luego del golpe, se redujo a 0.13%.
En la misma línea, estas industrias entre el 2017 y 2020 han dejado de invertir en su producción de fármacos cerca de 10,000 millones al año, de esa manera, se ha reducido a la mitad su participación promedio en el mercado durante los últimos 3 años. Las consecuencias de lo nombrado se evidencian en los puestos de trabajo, la inversión, los impuesto y el desarrollo en general.