La apuesta principal fue Sinopharm. Cuando el lote de 300 mil dosis del laboratorio chino aterrizaron en nuestro país, se encendió la primera luz de esperanza. El 3 de marzo, otro laboratorio (esta vez estadounidense) llegaba a suelo peruano. Pfizer y sus 50 mil dosis que sirvieron para seguir alimentando el plan de vacunación nacional a cargo del Ministerio de Salud (MINSA). El plan sigue caminando -como debe de ser- pero pareciera ser que otra bandera se sumaría al proyecto. Desde la sede de la Dirección Nacional de Operaciones Especiales (Diroes), la presidenta del Consejo de Ministros, Violeta Bermúdez, anunció que hay negociaciones en curso para la compra de la vacuna rusa Sputnik V.
“Al igual que con diversos laboratorios, nuestro Gobierno viene haciendo gestiones, tiene gestiones muy avanzadas con el fondo de inversiones ruso para la adquisición de un lote importante de dosis de la vacuna conocida como Sputnik V. Así que confirmo que estamos en negociaciones. Tan pronto se concrete este u otros contratos, como es habitual, confirmaremos a la ciudadanía”; concluyó Bermúdez.
Estas declaraciones confirman lo previamente señalado por el ministro de Salud, Óscar Ugarte. El lunes 8 de marzo, el titular del MINSA señaló que, si las negociaciones con el Instituto Gamaleya (encargada de la vacuna) avanzaban apropiadamente, nuestro país podría adquirir un lote con 10 millones de dosis de la Sputnik V. A este respecto, Ugarte añadió que un eventual primer lote (de 3,1 millones de dosis) llegaría entre abril y mayo. El sobrante -para completar el lote de 10 millones- llegaría a lo largo del segundo semestre del año.
Sobre la Sputnik V
El encargado del desarrollo de la Sputnik V es el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya; instituto que forma parte del Ministerio de Salud ruso. Se le conoce también como Gam-Covid-Vac y, en diciembre del año pasado, reveló que la vacuna posee un 91,4 % de eficacia. Rusia la emplea dentro de su programa de vacunación nacional y también ha llegado a países como Argentina y Bielorrusia. En línea con los estudios de Gamaleya, lo que diferencia a la Sputnik V de vacunas como Pfizer o Moderna es su ADN bicatenario. Esto quiere decir que, en comparación con las vacunas de los laboratorios mencionados, su capacidad de almacenamiento de instrucciones se reparte en dos cadenas cruzadas entre sí y no solo en una. Aunque faltan resultados más contundentes, es posible que su alta dosis de eficacia responda a esta habilidad adquirida.