En los últimos días, Bangladesh ha sido el epicentro de una agitación política y social sin precedentes. La renuncia de la Primera Ministra Sheikh Hasina y su posterior huida del país. Este desenlace, precipitado por una serie de crisis y eventos, marca un capítulo crítico en la historia reciente del país asiático. Este artículo explora los eventos recientes, las repercusiones para la sociedad bangladesí y las perspectivas futuras bajo el nuevo gobierno interino liderado por el Nobel de la Paz, Muhammad Yunus.
Un legado manchado de autoritarismo y represión
La ahora ex Primera Ministra, quien ha estado al frente de Bangladesh durante más de dos décadas, es una figura profundamente controvertida en el país. Nació en 1947 como hija del «Padre de la Nación», Sheikh Mujibur Rahman. Sin embargo, su mandato ha estado marcado por un giro hacia el autoritarismo y la represión sistemática de la oposición.
Sheikh Hasina fue elegida PM por primera vez en 1996, ganándose el apoyo de los votantes con un acuerdo de agua con India y un acuerdo de paz con insurgentes. Sin embargo, perdió el cargo en 2001 ante Begum Khaleda Zia, enfrentando acusaciones de corrupción y sumisión a India. Esta rivalidad generó violencia, y Hasina sufrió detenciones e intentos de asesinato. En 2009, recuperó el poder y lo mantuvo durante 15 años, hasta esta semana.
Bajo su liderazgo, Bangladesh ha experimentado un crecimiento económico notable, en gran parte impulsado por la industria textil. Sin embargo, este avance ha sido opacado por un clima de miedo y violencia política. Hasina ha sido acusada de implementar medidas severas para silenciar a sus detractores, con informes de desapariciones forzadas, asesinatos extrajudiciales y restricciones severas a la libertad de prensa.
La gestión de la crisis económica y social tiene un balance negativo. A medida que la inflación se disparó y el costo de vida aumentó, la respuesta del gobierno fue la represión violenta de las protestas pacíficas, tratando a los manifestantes como «terroristas». La reciente ola de disturbios ha evidenciado el rechazo generalizado a su gobierno y la desesperación de un pueblo cansado de la corrupción y la injusticia.
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El sistema de cuotas revela un problema más profundo
Desde principios de año, varios líderes del principal grupo opositor han sido arrestados, junto con miles de manifestantes. En enero de 2024, Hasina obtuvo su cuarto mandato, lo que fue criticado por muchos como un fraude. Por lo tanto, en julio, los estudiantes iniciaron protestas enérgicas contra los cupos en los empleos gubernamentales, que evolucionaron hacia demandas de renuncia de Hasina.
Si bien la industria textil puede haber triplicado el ingreso per cápita en la última década y ha sacado a más de 25 millones de personas de la pobreza en los últimos 20 años, según el Banco Mundial, el país enfrenta desafíos significativos desde la pandemia. El aumento del costo de vida y una inflación descontrolada han llevado a los críticos a acusar al gobierno de mala gestión, concentración de poder y de favorecer únicamente al círculo cercano de su partido, la Liga Awami.
El controvertido sistema de cuotas para empleos en el servicio civil era considerado injusto y discriminatorio por millones de ciudadanos. El sistema, que reservaba un porcentaje significativo de empleos gubernamentales para ciertos grupos, fue visto como una barrera para el acceso al empleo. La respuesta del gobierno a estas protestas fue brutal. Enfrentamientos violentos entre manifestantes y fuerzas de seguridad dejaron cientos de muertos y miles de heridos. La represión gubernamental no hizo más que alimentar el descontento, y las protestas comenzaron a evolucionar hacia demandas más amplias, incluyendo la renuncia de Sheikh Hasina y la convocatoria de nuevas elecciones.
Caída tras 15 años en el gobierno
Los últimos días del gobierno, las autoridades de Bangladesh adoptaron medidas drásticas para sofocar la disidencia. En un intento por controlar la situación, bloquearon el acceso a Internet y restringieron las llamadas telefónicas, limitando así la capacidad de los manifestantes para organizarse y comunicarse entre sí. Esta respuesta represiva se complementó con la imposición de un toque de queda injustificado.
La violencia en las calles alcanzó niveles alarmantes durante el fin de semana, con informes de que al menos 90 personas perdieron la vida en los enfrentamientos, lo que elevó el total de muertes a más de 280. Este escenario se ha convertido en uno de los episodios más sangrientos de la historia reciente de Bangladesh. La situación culminó el lunes con la huida de la primera ministra Sheikh Hasina a India en un helicóptero. Mientras su residencia oficial en la capital, Dhaka, era asaltada por miles de manifestantes que exigían justicia y el fin de su régimen.
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El rol que asume el gobierno interino
La huida de Hasina sumió a Bangladesh en un estado de incertidumbre y caos. En este contexto, aparece Muhammad Yunus, laureado con el Premio Nobel de la Paz en 2006 para estar cargo del gobierno interino. Conocido mundialmente por su labor en microfinanzas y su contribución al alivio de la pobreza. En los últimos días ha enfocado sus esfuerzos en restaurar la paz y organizar elecciones justas, subrayando la importancia de reconstruir la confianza en el gobierno. Yunus ha subrayado que no tiene intenciones de buscar un rol electo o una posición permanente más allá del periodo interino.
«Es crítico que la confianza en el gobierno se restablezca rápidamente. Necesitamos calma, un plan para nuevas elecciones y ponernos a trabajar para preparar un nuevo liderazgo. En los próximos días, hablaré con todas las partes relevantes sobre cómo podemos trabajar juntos para reconstruir Bangladesh y cómo pueden ayudar»
— Muhammad Yunus
Una de las primeras medidas del gobierno interino ha sido la relajación del toque de queda, lo que permitió la reapertura de fábricas de ropa y textiles, sectores cruciales para la economía bangladesí. Estas fábricas, que suministran a grandes marcas internacionales como H&M, Zara y Carrefour, representan el 90% de las exportaciones del país. La reapertura de estas industrias es un paso importante para la normalización económica y la recuperación de la confianza de los inversores internacionales.
Crisis de la violencia hacia las «minoría» hindú
La violencia a grupos religiosos que ha surgido tras la caída de Hasina representa una problemática de gran relevancia. Los ataques incluyen incendios de templos y vandalismo de propiedades religiosas. La percepción de los hindúes como aliados del antiguo gobierno agrava aún más su vulnerabilidad. Además, la falta de un gobierno efectivo y la escasa intervención de las fuerzas de seguridad, debido a la premura de la transición política, han dejado a estas comunidades desprotegidas frente a los ataques.
Los ataques contra la comunidad hindú en Bangladesh es un problema persistente en su historia. Según informes, miles de incidentes han ocurrido en los últimos años, lo que sugiere un patrón de impunidad y falta de protección. Yunus también ha llamado a un diálogo nacional conjunto, que involucre a todas las fuerzas políticas y sociales del país. Su objetivo es crear un ambiente de reconciliación que permita deje atrás la violencia.
La renuncia de Sheikh Hasina y su huida abren un nuevo capítulo en Bangladesh, con Muhammad Yunus al mando del gobierno interino. Aunque su prestigio como Nobel de la Paz brinda esperanza, enfrenta enormes desafíos, como la violencia sectaria y la necesidad de elecciones justas. El éxito de Yunus dependerá de su capacidad para promover un diálogo inclusivo y garantizar la seguridad, mientras la economía espera estabilidad. Sin un liderazgo firme y un compromiso genuino hacia la equidad, el futuro democrático de Bangladesh sigue siendo incierto.