Gran Bretaña no se alimenta solo, pues depende en gran medida de la Unión Europea para obtener frutas y verduras frescas. Esa dependencia no ha variado desde que el país abandonó el bloque en el año 2020. La diferencia es que, el hecho de ya no pertenecer a la UE, podría hacer que las importaciones sean más complejas debido a los controles del Brexit.
¿Cómo son estos nuevos controles?
El Reino Unido ha comenzado a aplicar nuevos controles fronterizos sobre las importaciones de alimentos y productos animales desde el 31 de enero de 2024. Esto como parte de los cambios en el comercio con la Unión Europea después del Brexit. Estos controles sanitarios y fitosanitarios debían haber entrado en vigor hace meses. Sin embargo, se han retrasado hasta en cinco ocasiones para dar más tiempo a las empresas para adaptarse. Ahora empezará a regir el llamado «modelo operativo de objetivos fronterizos». El cual establece un calendario sobre las inspecciones fronterizas de alimentos destinadas a proteger al país de posibles amenazas de bioseguridad.
El nuevo régimen para la importación de alimentos es un ejemplo crudo de la burocracia fronteriza a la que deben enfrentarse las empresas del Reino Unido y de la Unión Europea tras el Brexit. Antes de abandonar la Unión Europea, Gran Bretaña disfrutaba de un acceso sin trabas a la enorme variedad de alimentos producidos en los países vecinos. Entre ellos el queso por parte de Francia, melocotones por parte de España y alcachofas por parte de Italia. Sin embargo, desde que Gran Bretaña abandonó el bloque en 2020, su dependencia de la Unión Europea para obtener frutas y verduras frescas ha cambiado poco.
Además de los controles sanitarios y fitosanitarios, también entrarán en vigor nuevas tasas sobre algunos productos alimentarios importados. Lo que puede reducir las posibilidades de elección de los consumidores y hacer subir los precios. Los grupos de la industria británica afirman que la burocracia adicional podría suponer miles de libras en costes adicionales cada mes para una empresa típica. Por ello, los comerciantes están preocupados por el aumento de los costes y los retrasos en la frontera. Lo cual puede afectar la disponibilidad y el valor de los productos.
El Reino Unido no se alimenta a sí mismo, depende en gran medida de la Unión Europea para obtener frutas y verduras frescas. Respecto a ello, Eddie Price, director del mercado mayorista de Birmingham, afirma que los comerciantes están altamente preocupados por la situación. Así, comentó que existe la preocupación de que los alimentos queden retenidos en el punto de entrada durante un par de días, lo que genere reducción en el valor del producto y menos disponibilidad.
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Dependencia peligrosa con la Unión Europea
La dependencia de alimentos importados en el Reino Unido, especialmente de la Unión Europea, ha sido motivo de preocupación debido a la alta proporción de productos frescos que se importan. En 2022, alrededor del 40% de las hortalizas frescas y el 28% de la fruta consumida en el país provenían de la Unión Europea. Esta vulnerabilidad se hizo evidente en el año anterior cuando el mal tiempo en España y el norte de África causó escasez en Gran Bretaña. Lo que resultó en límites de compra en supermercados. Expertos de la Universidad de York advierten que la dependencia de Países Bajos y España para las importaciones de verduras frescas es «peligrosa».
A pesar de esto, Jack Bobo, del Instituto de Sistemas Alimentarios de la Universidad de Nottingham, señala que la dependencia de importaciones no necesariamente hace al sistema alimentario más vulnerable. Ya que existen riesgos inherentes como brotes de enfermedades o eventos climáticos extremos que podrían afectar la producción local.
Según datos del Gobierno británico, en el tercer trimestre de 2023 el valor total de las importaciones del Reino Unido alcanzó los 218.000 millones de libras (255.880 millones de euros). Mientras que las exportaciones llegaron a 213.500 millones de libras (247.660 millones de euros). Lo que supuso un déficit comercial de 4.500 millones de libras (5.220 millones de euros). Por lo tanto, impulsar las importaciones es vital para el Reino Unido, y el nuevo sistema de controles fronterizos busca reducir la carga administrativa y los costes asociados a la importación de alimentos. Esto con la ayuda de las nuevas tecnologías.