En las últimas semanas la política georgiana se ha visto inmersa en un escenario propicio para la polarización política por una ley en concreto. En este sentido, el punto más álgido se evidenció estos últimos días con la polarización encarnada por los propios representantes de la democracia del país. La decisión que se lleve a cabo podría definir el futuro de Georgia, por lo que varios colectivos y ciudadanos del país, se vieron en la necesidad de salir a las calles y hacerse escuchar.
¿Qué sucedió?
Este último lunes, en el Parlamento del lejano país europeo de Georgia, los legisladores se enfrentaron en las instalaciones de su centro de trabajo hasta el punto de gestar una grezca inédita digna de una tragicomedia democrática. Esto por la gran ironía que conlleva la intolerancia en el máximo órgano democrático georgiano.
Según se evidenció en un vídeo de una audiencia parlamentaria, Mamuka Mdinarabze, del partido oficialista Sueño Georgiano, quienes cuentan con 74 escaños en la única cámara legislativa del país, estaba ezbozando su postura sobre la ley que su agrupación trata de promover sobre «influencia extranjera» cuando fue duramente atacado por Aleko Elisashvili.
El representante del Partido de los Ciudadanos de Georgia le propinó un fuerte puñetezo a su colega de profesión en medio de una polémica ley que tiene a Georgia es un fuerte debate que podría definir su futuro próximo, pero sobre todo, a lo que buscaría aspirar internacionalmente.
Frente a esta situación extraordinaria, se decidió suspender la reunión y, asimismo, se les solicitó a los integrantes legislativos que se retirarán de las instalaciones igual que los periodistas que se encontraban ahí.
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¿Qué ley está trayendo tanta polémica?
La ley de «influencia extranjera» ha generado una gran polémica en el Parlamento como en las calles, ya que se le considera una «copia» a una política existente en Rusia. Este ley obliga a registrar como «agentes de influencia extranjera» a las organizaciones de múltiples ámbitos que reciban mínimo el 20% de su financiación de fuentes externas al país.
Entre las posturas contrapuestas aparece, por un lado, la postura a favor mencionado por el Primer Ministro, Irakli Kobajidze, que argumenta lo siguiente: «No cambiaremos nuestra decisión de aprobar esta ley. Somos un Estado pequeño, pero independiente y orgulloso, y no daremos derecho a nadie a darnos indicaciones sin argumentos». Por otro lado, la presidenta del país, Salomé Zurabishvili, catalogó dicha medida como una «ley rusa» y las movilizaciones actuales.
Sin embargo, esto no es todo, debido a que el año pasado se presentó un proyecto de ley similar, la cual también fue criticada por la oposición como por la ciudadanía por su «coqueteo» con las intenciones Rusas.
Además, hace un tiempo los georgianos han mantenido relaciones con la Unión Europea con el deseo, según declaraciones del expresidente, Mikhail Saakashvili, de pertenecer a ella. Esta se materializó el 3 de marzo del 2022 con la solicitud expresa del país para formar parte de la entidad geopolítica. No obstante, esta incorporación podría verse mermada por la aplicación de esta ley.
Tres días movidos
La autoconvocatoria para manifestarse en contra de esta ley se realizaron desde la gestación del puñetazo en las sendas legislativas hasta la noche de hoy. Fueron 3 días de convocatoria frente al ente parlamentario para solicitar la no aprobación a esta norma. Con banderas de la Unión Europea y gritos expresando un rotundo rechazo al país ruso, miles de ciudadanos quisieron hacerse sentir frente a una política que habían rechazado apenas el año pasado.
Bajo el lema «No a la ley rusa» miles de jóvenes se concentran en la capital georgiana día tras día. Varias organizaciones sin fines de lucro como sectores de la política nacional han manifestado su postura en contra confirmando lo más sonado hasta ahora: El oficialismo georgiano trabaja para Kremlin.
Es así que estos días están siendo más que movidos en Georgia, donde parece que la ley «influencia extranjera» puede materializarse y, con ello, se pueden intensificar las movilizaciones en la capital Tiflis.
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