Como el temor a la recesión acelera en Alemania, la tensión entre la vieja y la nueva economía y los retos económicos contra China afectan la percepción que los alemanes tienen sobre su futuro económico
El preludio de una crisis
Alemania es la cuarta mayor economía mundial por PIB, después de EE.UU., China y Japón, y muy por delante de otras economías de la zona euro como Francia, Italia y España o incluso de gigantes económicos como La India. También es el Estado miembro más poblado de la Unión Europea, con más de 84 millones de habitantes. Popularmente, Alemania es conocida como la locomotora económica de Europa. Sin embargo, como si de un maleficio se tratara, a Alemania todo lo que le podía ir mal en los últimos tiempos, le fue pésimo. Su industria sufre el retroceso más largo de su historia -superando incluso la crisis financiera de 2008-, sus exportaciones se enfrentan a una competencia salvaje en el mercado global y su crecimiento, dicen los economistas, esquivó la recesión solo gracias a un tecnicismo formal.
En el Foro Económico Mundial de Davos, el ministro de Finanzas alemán, Christian Lindner, negó que estos problemas convirtieran a Alemania en el «hombre enfermo» de Europa. Pero, según los economistas, la debilidad de la economía más grande de Europa deja al descubierto problemas estructurales que no podrán resolverse a corto plazo. De hecho, teniendo en cuenta los datos de crecimiento de PIB del último trimestre de 2022 y el primer trimestre de 2023, se puede decir que Alemania ha entrado ya en recesión técnica (un país entra en recesión técnica cuando acumula al menos dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo del PIB).
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Transición entra la vieja y la nueva economía
Según diversos economistas, Todos los modelos de negocio de la Alemania industrial, y en realidad de toda la sociedad, estaban basados en disponibilidad de hidrocarburos abundantes y baratos, sin límite, que iban a venir por los gasoductos de Rusia. Sistema que ha venido funcionando hasta el inicio del conflicto entre Rusia y Ucrania, la cual desencadeno en la destrucción del Canal Noard Stream la cual estaba destinada a transportar gas natural desde Rusia a Alemania a través del mar Báltico proporcionando energía barata a toda la economía. Pero tras la ruptura de lazos entre Europa y Putin, Alemania perdió a su principal proveedor.
Por otro lado, las marcas alemanas de más renombre, que tradicionalmente han vendido en el extranjero enormes cantidades de automóviles, maquinaria y productos farmacéuticos, químicos y electrónicos, atraviesan momentos duros. Esto, bajo la percepción de la empresaria alemana Verena Pausder, se debe a la falta de temeridad del gobierno y las empresas alemanas al momento de tomar riesgos y nuevas inversiones. Centrándose únicamente en conservar lo que ya tienen.
Pausder, quien también es presidenta de la Asociación Alemana de Startups y fundadora del desarrollador de aplicaciones para niños Fox & Sheep, cree que lo que se necesita es un «cambio de mentalidad». En ese sentido, el mayor ejemplo de la fricción entre la vieja y la nueva economía lo encarna el sector del automóvil. Alemania está llena de ingenieros mecánicos en un mundo que va a dejar de ser mecánico y que se vuelve digital, informático.
China, de cliente a competidor
El viejo modelo alemán dependía de una relación amistosa con Rusia para asegurarse energía barata, otra con China para asegurarse un gran mercado, y del paraguas de Estados Unidos para sus necesidades de seguridad. Pero ahora, el gigante asiático ha ascendido rápidamente en la cadena de valor y compite directamente con Alemania en algunas de sus industrias clave, como es la de la automoción. China ya no crece como lo hacía antes y eso implica que compra menos también. Por eso, los economistas hablan de la pérdida de la posición de liderazgo de Alemania en sectores que siempre dominó.
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Factor de descontento político
El descontento económico ha contribuido al ascenso político del partido de extrema derecha AfD, considerado contrario a la inmigración. En medio de la escasez de mano de obra, esto es algo que preocupa a líderes empresariales como el director general del gigante del software SAP, Christian Klein. «Estamos completamente en contra de cualquier tipo de extremismo ahora, porque necesitamos atraer talento que venga a innovar, para impulsar la economía».
A su favor, Alemania cuenta con varios factores. El primero, una enorme disciplina fiscal que da margen a las administraciones para invertir en el nuevo modelo de economía. Luego está la mentalidad de sus empresas y la excelencia de sus trabajadores.
Conclusiones
El mundo globalizado comienza a desmoronarse y el inicio del sendero en decadencia parece ser Europa. A lo largo de los años, la interdependencia económica extrema y la sumisión a diversos intereses políticos han generado conflictos con daños irreparables a día de hoy. Alemania, pese a haber sido la cuna del crecimiento económico ininterrumpido durante varios años; comienza a sentir, al igual que sus vecinos, los estragos del conflicto con Rusia. Como los mismos empresarios alemanes mencionan, es necesario dar un giro de 180 grados hacia la innovación si se quiere preservar el nivel de crecimiento que hasta antes de la pandemia manejaban.