La centroderecha fue la fuerza política más votada en las elecciones generales el pasado 23 de julio, pero esto no garantiza la investidura de su candidato: Alberto Núñez Feijóo. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) liderado por Pedro Sánchez se posicionó en el segundo lugar.
A pesar de la victoria parcial del Partido Popular (PP), ningún partido obtuvo los escaños suficientes para formar gobierno, incluso al sumar los votos de las posibles coaliciones.
Tras días de reuniones, el rey Felipe VI optó por apoyar a Feijóo, actual líder del PP, para presidir el gobierno frente a su contraparte socialista, pero los resultados han derivado en varias semanas de intensas negociaciones entre partidos y el escenario se mantiene incierto. Una segunda vuelta hacia el final del año es aún una posibilidad para resolver el bloqueo.
Los resultados
Ni los 137 escaños del PP ni los 122 del PSOE se acercaron a la mayoría absoluta de 176, por lo que las alianzas políticas juegan un rol clave.
Los actuales aliados de Feijóo suman 35 diputados adicionales, de los cuales 33 pertenecen al partido conservador Vox. Con esto, el PP buscará aliarse con pequeños partidos regionales que le aporten unos pocos votos más. Por el contrario, el PSOE cuenta con el apoyo de apenas 30 diputados de Sumar, partido de la actual vicepresidenta segunda del Gobierno Yolanda Díaz.
Pese a tenerlo todo en contra, Sánchez celebró el segundo puesto como si hubiese vencido. Y es que los resultados no solo superaron sus expectativas, sino que dejaron abierta, aunque improbable, la posibilidad de reelección.
Obstáculos para la investidura
Para Sánchez, la esperanza está en los partidos nacionalistas e independentistas del País Vasco y, especialmente, de Cataluña.
Si bien se ha mantenido optimista, su única salida está en conciliar el independentismo catalán con su agenda política, pues una hipotética alianza con los nacionalistas sumaría 178 escaños y cerraría la brecha con el PP. Pero llegar a un acuerdo va a ser difícil, si no imposible, para dos fuerzas históricamente opuestas.
Los analistas destacan que el mayor obstáculo es el partido JuntsxCatalunya, que insiste en llevar la independencia a referéndum (esto, después de un referéndum exitoso pero declarado inconstitucional en 2017).
«No haremos presidente a Sánchez a cambio de nada», aseguró Miriam Nogueras, cabeza de lista del partido, tras conocerse los resultados del 23 de julio.
De no concretarse un acuerdo, Sánchez buscará la abstención de los 7 diputados catalanes en la sesión de investidura, que se llevará a cabo el 26 y 27 de setiembre. Es en esta segunda fase que se decidirá si Feijóo será el próximo presidente de España.
Por qué tener más votos no es decisivo
A diferencia de lo que sucede en el Perú y en la mayoría de países latinoamericanos, en España el voto popular no define al presidente, sino al Parlamento. Es en el Congreso de los Diputados donde se decide quién gobernará.
Según dicta la Constitución, el rey se reúne con los líderes de los partidos que obtuvieron representación parlamentaria en las elecciones generales y propone a uno de ellos a formar gobierno. Este candidato deberá buscar la confianza de la cámara.
Tras exponer su plan de gobierno, se debatirá y realizará una votación, donde necesitará el voto favorable de una mayoría absoluta para ser investido presidente del Gobierno. En caso contrario, se da una segunda votación en la que la mayoría simple basta para conseguir la confianza.
La «última bala» de Sánchez
Sánchez sorprendió en mayo de este año con la decisión de adelantar las elecciones para el 23 de julio, con el fin de neutralizar el avance de la derecha tras las elecciones regionales.
El presidente podría haber optado por modificar su Gobierno o anunciar cambios en sus alianzas, pero eligió la alternativa más radical en un intento aparentemente desesperado de mantener al PSOE en el poder.
Si Feijóo no alcanzase los votos necesarios en setiembre, existe un plazo de dos meses durante el cual Sánchez puede intentar ser investido. De no superarse el bloqueo electoral pasados estos dos meses, las cámaras se disolverían y se convocaría a nuevas elecciones el 14 de enero.