La paralización de actividades económicas ha incidido especialmente sobre los sectores más expuestos ante las políticas de distanciamiento social, forzando el cierre indefinido de las salas de cines alrededor del mundo. Este panorama se muestra desfavorable para una de las industrias más grandes del entretenimiento.
Las previsiones indican que este sector podría incurrir en pérdidas de hasta 31 000 millones de dólares a nivel mundial en el 2020. La empresa estadunidense Cinemark, en el segundo trimestre del año ha registrado pérdidas de 170 millones de dólares, y sus dirigentes han revelado que podría tomar años retornar a la rentabilidad observada en el 2019.
La posibilidad de una reapertura total ahora es muy baja; en China, el segundo mayor mercado de cine en el mundo, se ha permitido la apertura de salas, pero delimitando el aforo a un 30% del total de su capacidad. La misma situación puede ser observada en otros países, que toman medidas de previsión por el alto riesgo de contagio de permanecer en un lugar cerrado con un gran número de personas.
John Fithian, presidente de la Asociación de Dueños de Cines Norteamericanos señaló que se estima que 75% de los cines de Estados Unidos podrían entrar nuevamente en funcionamiento si estos tuvieran nuevos estrenos, con los que podrían adquirir las ganancias necesarias para solventar los gastos.
También declaró que “(los productores) deben estrenar sus películas y lidiar con esta nueva normalidad. Este es un negocio de 42.000 millones de dólares anuales, la mayoría de los negocios aceptarían un 85% de eso en lugar de cero, que será lo que reciban si se siguen aplazando los estrenos”.
Películas de grandes estrenos que en un momento de normalidad podían recaudar hasta 1 000 millones de dólares en dos días, ahora se ven obligadas a posponer su salida a los cines o a buscar otras opciones.
En los últimos días, Disney declaró que el estreno de “Mulan”, una de las películas más esperadas para el 2020, se realizaría a través de su plataforma de streaming, representando un duro golpe para las cadenas de cines que contaban con poder llevar a sus salas esta película.
La maniobra comercial de Disney es vista como un antecedente para un escenario en el cual las productoras opten por excluir a los cines de los estrenos de sus grandes películas, obteniendo así todos los beneficios al no tener que compartir porcentajes de los ingresos por taquillas. Impulsando aún más la incertidumbre que se vive en la industria cinematográfica.
El futuro de las salas de cine es incierto, el escenario al que se enfrentan es altamente volátil y complejo, por lo que la indecisión de los productores respecto al estrenos de sus películas podría permanecer hasta observarse un escenario más favorable.