El mundo de las artes marciales es un juego sencillo, pero no fácil. Los grandes luchadores se diferencian por su personalidad a la hora de tomar decisiones en el octágono y en su vida personal. En tiempos actuales, donde el trabajo invisible implica un gran sacrificio para el éxito de cualquier deportista, resulta imposible poder sobrellevar una carrera exitosa en el deporte y tener, al mismo tiempo, una vida plagada de escándalos. Es una regla implícita.
Jon ‘Bon’ Jones es alguien que va contra esa regla. Un luchador que es catalogado por los grandes expertos en la industria de las MMA, y por el mismo presidente de la UFC, como “el más grande de todos los tiempos en la industria”. Ha sido capaz de ganarle a rivales peligrosos como Lyoto Machida, Vitor Belford, Daniel Cormier o Alexander Gustafsson. Sin embargo, también ha sabido perder en innumerables ocasiones frente a la adicción. Quizá la única debilidad en su carrera deportiva.
Legado y dudas en su regreso
Más allá de las críticas hacia su vida privada, los resultados que tiene en el octágono lo hacen digno de pertenecer, al menos, al top 5 de los mejores luchadores en las artes marciales mixtas. El estadounidense registra un record de 27 victorias—10 por nocaut, 7 por sumisión y 10 por decisión unánime—y 1 sola derrota (por descalificación). Además, 13 de sus 27 victorias se produjeron en los dos primeros rounds. Por último, es el luchador que ostenta el record del reinado de mayor duración como campeón de peso semipesado en la historia de la UFC con 1501 días.
Dudar de él para una pelea contra el francés Cyril Gane, era dudar de su legado. Sin embargo, se presentaban dos disyuntivas importantes, ¿le iba a costar regresar al octágono después de 3 años de inactividad? Y, lo más importante, ¿iba a poder ser tan contundente en su primera pelea en otra categoría? Esos dos retos invadían constantemente la cabeza de Jones, pero era la oportunidad perfecta para volver a silenciar a sus detractores.
El combate
El combate empezaba fuerte. Gane empezó conectando un golpe bajo a Jones, que lo dejó adolorido por unos segundos. Es ahí cuando la leyenda viviente empezó a presionar al francés, tal como un león acecha a su presa. Cuando lo agarró, no lo dejo moverse más. De esta forma, demostró que no solo es dominante en su largo alcance en los golpes y en sus diversas técnicas de pateo—como los “front kicks”, “roundhouse kicks” o su patada preferida “la patada oblicua” —sino que también es importante en el suelo, al dominar la posición para tener un excelente control de la posición y conectar golpes y codazos. Solo le bastaron 2 minutos para acorralar a Gane contra la reja y, con una potente guillotina, acabar con la discusión. Su filosofía es clara: la actitud de la contundencia mata cualquier estrategia.
Su futuro
Ya no debe causar asombro la dificultad para conseguir resultados de tal magnitud. Las estadísticas no mienten. Basta con revisar las estadísticas en los párrafos de arriba para terminar de cerrar cualquier duda en cuanto a su futuro en la UFC. El único capaz de derrotarlo y quitarle el inminente legado de ser, posiblemente, uno de los campeones más largos del peso completo de la compañía y de engrandecer su legado, es el alcohol. No es una suposición arriesgada: solo una gota de alcohol puede arruinarle toda una carrera. La pregunta es, ¿podrá dejar atrás una vida envuelta en escándalos o vencer a su rival más importante y convertirse en un buen ejemplo para los jóvenes? Aún está por verse.
Hace unos días, el comentarista de ESPN KnockOut y peleador uruguayo, Gastón ‘Tonga’ Reyno lo rebautizó como ‘el Maradona de las MMA’. Paradójicamente, por más que la comparativa pueda ser extrema, ambos personajes podrían compartir una variable en común: la locura y el escepticismo nunca faltarán en su rutina. Ojalá no sea demasiado tarde para que reflexione pues, en pocos segundos, se puede destruir lo que más le ha costado construir.