El 5 y 6 de octubre sucedió el 52.º Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea General de la OEA en Lima. En este participaron los treinta y dos estados miembro de la organización, así como el secretario general, Luis Almagro. En esta oportunidad, y como sucedió también en la primera visita de Almagro al presidente Castillo en diciembre del 2021, el secretario general demostró su apoyo hacia el mandatario.
La diplomacia de una intromisión tácita
La praxis diplomática se desglosa en cuatro funciones principales: representación, reporte, negociación y gestión de crisis. En situaciones como la Asamblea General de la OEA, es decir, en escenarios multilaterales, los estados miembro emplean la representación y negociación en gran medida para promover sus intereses y conseguir los resultados propuestos. Sin embargo, se debe medir cautelosamente el ‘juego político’ para conseguir que la postura de uno sea compartida por los demás. Por consiguiente, los diplomáticos procuran ser muy quisquillosos en sus comunicaciones oficiales con relación al vocabulario empleado, los temas a tratar y los momentos en los que estas se dan.
Tomando en consideración lo anterior, además de prestar atención al contenido de las comunicaciones oficiales, es imperativo prestar atención a la forma, sub texto y aquello que se acontece entre líneas para comprender a cabalidad la ‘jugada política’ de la diplomacia. En cuanto a la relación entre el gobierno de Castillo y la OEA sucede exactamente lo mismo. Ergo, fijarse en las intervenciones del presidente Castillo, el canciller Landa, el embajador Forsyth y el secretario general Almagro es deber.
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Apoyo, halagos y la narrativa de Luis Almagro
Desde su llegada al Perú, Almagro ha saludado el «compromiso con la mejor gestión de agricultura» que, según él, plantea Castillo. Asimismo, exhortó al Perú a que exista un diálogo entre los poderes ejecutivo y legislativo para que las buenas gestiones se lleven a cabo. Sin embargo, aunque este enunciado parezca benigno superficialmente, presenta dos problemas fundamentales que podrían hasta vulnerar al principio de la no injerencia.
El primero es que Almagro intentaría desestimar la crisis en el sector agricultura y haría de tapujo de Castillo ante la comunidad internacional. Mediante su intervención, Almagro, reconoce que debe introducirse el tópico de agricultura en la agenda. Empero, desestima la existencia de una crisis de la agricultura. Además, exculpa a Castillo de toda responsabilidad frente a dicha crisis. No obstante, falla en obviar que el gobierno ha fracasado hasta en la compra de fertilizantes de urea, lo que, en la siguiente época de cosecha, podría hasta propiciar una escasez alimenticia de magnitud nacional.
El segundo problema, es que su intervención tácitamente inculpa al Legislativo de obstruccionista y de adverso a las buenas intenciones del Ejecutivo. Almagro mencionó que:
«Todo esto [la mejor gestión de agricultura] requiere la estabilidad del sistema democrático y eso requiere también diálogo entre las instituciones, diálogo entre los poderes del Estado, la mejor coordinación, el mejor trabajo conjunto, que es definitivamente algo que los peruanos quieren y que los peruanos necesitan.»
Por tanto, Almagro asegura que Castillo estaría propiciando proyectos a favor del país que se ven interrumpidos u obstruidos por la falta de diálogo, diálogo que el Congreso debería entablar. No obstante, falla, una vez más, en obviar el sinnúmero de pullas que el gobierno ha comunicado en contra del Congreso. Así como la intención de Castillo y su gabinete de cerrarlo. Además, evita mencionar los varios escándalos de corrupción en los que Castillo se ve inmerso y que le deniegan, al Congreso, la posibilidad de establecer vínculos. Asimismo, la presentación de tal narrativa a la comunidad internacional haría que los intentos de vacancia del Congreso pierdan legitimidad internacional.
Respuesta del gobierno de Castillo
Además del apoyo directo hacia Castillo, la intervención de Almagro dio pie a que el gobierno pueda reforzar su narrativa basándose en el apoyo dado. Por consiguiente, Castillo y Forsyth hicieron hincapié en el desarrollo, seguridad, democracia y derechos humanos, pero siempre recordando que solo mediante el diálogo se conseguiría superarlos.
Similarmente, se insistió constantemente en que los poderes del Perú deberían dejar de lado la polarización y discriminación. Pero, se solicitó que se comience a tolerar y aceptar a quienes mantengan líneas de pensamiento distintas a las propias.