Este martes, fiscales estadounidenses presentaron cargos contra dos supuestos “hackers”, de proveniencia china, acusados de intentar robar datos sobre la investigación de la vacuna para la COVID-19. Se presume que al menos 100 empresas, de diferentes partes del mundo, reportaron ser infiltradas por piratas informáticos.
Según las fuentes del Departamento de Justicia, los “hackers” chinos identificados como Dong Jiazhi, de 33 años y Li Xiaoyu, 34 años estaban vinculados con un miembro del Ministerio de Seguridad Estatal de China, para garantizar el espionaje contrainteligencia a los países que investigan la cura de la nueva enfermedad, y de esta manera, proteger los intereses políticos en su país.
Los nombres de las empresas no fueron especificados por el escrito, sin embargo, indicaron que algunos están situados dentro del territorio de Estados Unidos. Además, informaron que un contratista militar español recibió ataques, al igual, que la empresa de inteligencia artificial de Inglaterra y una compañía de energía solar de Australia.
No es la primera vez que los piratas informáticos son acusados por el gobierno de EE.UU, por atacar los centros de investigación contra la COVID-19. El FBI había averiguado que el pasado 13 de mayo los infiltrados chinos también habían intentado robar información de algunas compañías. Por el mismo motivo, hace una semana, otros supuestos “hackers” vinculados con agentes de Rusia, fueron denunciados por Inglaterra y Estados Unidos de sustraer datos privados de universidades, farmacéuticas y empresas de salud, sin embargo, Kremlin rechazó aquella acusación.
«China tiene ahora un sitio, junto a Rusia, Irán o Corea del Norte, en el vergonzoso club de los países que dan refugio a criminales cibernéticos a cambio de que esos criminales estén “de guardia” para trabajar para el beneficio de su Gobierno», mencionó el fiscal adjunto John Demers, el más alto cargo del Departamento de Justicia de EE.UU. sobre seguridad nacional. «En este caso, alimentan el hambre insaciable del Partido Comunista chino por la propiedad intelectual conseguida con el esfuerzo de compañías estadounidenses y otras que no son chinas, incluidas las que investigan la COVID-19».
EE.UU. sancionó a las empresas chinas, por ser acusados de ser cómplice en las violaciones contra los derechos humanos y no podrán adquirir tecnología sin el permiso especial; entre ellos están Apple, Google, Ralph Lauren.