Jarana, fiesta y cánticos a todo pulmón. ¿El resultado? Solo la cereza del pastel que se gozó en el estadio Miguel Grau del Callao el día de hoy. Pues, desde antes del minuto 0, el Sport Boys ya era más: un coro enérgico, audaz y fiel de los hinchas rosados que llegaron a la cancha para alentar a su equipo. Diario El Gobierno pudo presenciar el cotejo, pero también una explosión de momentos sobre un club que tiene hambre de gloria para escribir un nuevo legado. Aquí te relatamos la crónica.
Carlos Stein venía de la travesía llamada ganarle a la “U” en Lambayeque, mientras que el Sport Boys bajaba del bus para olvidar el recuerdo de perder ante la San Martín. Dos equipos con miras bajo el sol infernal del Callao. Los rosados con la música a todo volumen, los visitantes esperando una hazaña en Lima y una brisa chalaca irresistible. Todo estaba listo para un pitazo inicial acompañado de la euforia en la tribuna, y así las emociones estallaron.
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De poca precisión y defensa frágil, el cuadro del Callao estuvo más cerca de abrazar el gol en contra al principio. Carlos Stein vio el carril izquierdo del Boys como la pista de hielo para bailar y ejecutar sus ataques. Uno, dos, tres centros al área rival que pusieron en aprietos el pórtico. Pero ahí estaba el bombero que apagaba los incendios: Patricio Álvarez para mandar mensajes de tranquilidad a los rosados.
Cuando el peor momento de Boys azotaba el encuentro, Bazán cocinó su picardía para generar un penal cometido por Cotrina. Del suspenso al alivio, un grito de gol hizo cambiar el panorama del partido. Desde tierras argentinas, Luciano Nieto llegó para hacer vibrar a los hinchas con sus goles, y así lo concretó bajo los 3 palos ante Goyoneche. Fue así como el poderío de los del norte disminuyó, pese a un buen inicio. El entretiempo sirvió para cocinar un segundo tiempo de mucho más suspenso.
Los rosados sabían que uno era ninguno: el marcador debía estirarse. Las transiciones se aceleraron, el mediocampo funcionaba mejor y los extremos combinaban más con los laterales. Sin embargo, el vaso no se terminó de llenar, pues el agua se derramó el momento menos indicado otra vez: penal para Stein. De pelota parada, el peligro sucumbe siempre.
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Luis Garro tumba a Josimar Atoche en área propia y el tiro de los doce pasos tomaba protagonismo nuevamente. Silencio en las gradas, expectativa en los bancos y un sol que no dejaba de adornar la tarde. 3, 2, 1, y gol del “Tanque” Fleitas al fondo de la red. Había entrado en el primer tiempo para hacer peso en el campo, y terminó haciéndolo en el marcador. ¿La hinchada? Saltando como desde el minuto 0. Nada estaba dicho bajo el brillo del sol, y del fútbol.
El vaivén de los minutos hacía de la presión una exigencia. “¿Por qué no sueltas el balón”, “¿Dónde está la mano del técnico”, “No podemos empatar ni a balas”. La hinchada rosada subió la temperatura en pleno calor chalaco. Y los jugadores eran concientes de la sequía ganadora este año. De pronto, falta afuera del área, y una nueva bala para disparar en el marcador. Paso adelante, paso atrás, mirada abajo, mirada arriba. Edy Rentería tomó perfil, se acercó al balón y puso la música con un gol explosivo e imposible para Goyoneche. El Miguel Grau enloqueció.
Lo más emotivo, la corrida del colombiano a la tribuna sur, donde descendieron todos los fieles hinchas que por 85 minutos vibraban con cada pelota, sin abandonar la camiseta rosada. Luciano Nieto tomó la cabeza de Rentería como diciéndole que él era la bendición en dicha tarde, y tras el pitazo final, todos se rindieron ante el mariscal del campo. La fiesta volvió al Callao, y el sol le brilló al Boys, como en los viejos tiempos.
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