Las tensiones políticas entre Bielorrusia y Polonia se han vuelto a intensificar desde las última semanas, tras decisión del gobierno bielorruso de facilitar el traslado de miles de migrantes provenientes de Irak, Siria, Yemen y la República Democrática del Congo. Polonia ha acusado ante las Naciones Unidas al gobierno bielorruso de Alexander Lukashenko por promover inconcientemente el traslado de miles de migrantes a su frontera con el finalidad de ocasionar una nueva disputa con la UE, luego de que esta última no reconociera al régimen de Lukashenko.
Los sueños de estos migrantes provenientes de oriente se han visto frustrados al no poder solicitar el asilo ante la UE. La difícil situación ha ocasioando que los migrantes se queden a la deriva, y se agrupen en pequeños campamentos con la esperanza de intentar cruzar de manera arriesgada la frontera hacia Polonia. El gobierno nacional conservador de Andrzej Duda con el respaldo de un sector del palarmento polaco, ha establecido nuevas normas, para limitar el ingreso de los migrantes debido a la inestabilidad económica polaca y por motivos de prevención de seguridad ante cualquier amenanza terrorista.
En ese contexto, Polonia optó por construir vallas de alambre en su frontera con Bielorrusia y ha desplegado miles de policías hacia esta zona con la finalidad de vigilar la “zona de exlcusión”, denominada así por el gobierno polaco con una dimensión de 3 kilómetros desde el comienzo de la frontera con Bielorussia hasta antes de llegar la localidad polaca de Michalowo. A lo largo de la ruta fronteriza, los migrantes se encuentran varados y desamparados entre los guardias fronterizos polacos y bielorrusos, dado que estos últimos se niegan a recibir de nuevo a los migrantes que cruzaron la frontera polaca con anterioridad.
Cualquier ayuda humanitaria o trabajo de alguna organización internacional, a favor de los migrantes camuflados en la zona de exclusión está prohibida por la policía polaca, cuyo objetivo es encontrar a los migrantes escondidos en esta zona y regresarlos a la frontera de Bielorrusia. El gran número de campamentos migrantes hacinados en esta zona fronteriza, representa un terrible éxodo migratorio, para quienes se encuntran a la interpérie del bosque, con pocas provisiones y soportando temperaturas extremas de hasta 0 ºC.
A pesar de las sanciones impuestas por la UE sobre Bielorussia, poco parece importarle al régimen de Lukashenko, debido a que está utilizando la crisis de los migrantes para generar una disputa entre Polonia y la UE. Situación que al mismo tiempo compromete la imagen de la UE ante de la comunidad internacional, al no cumplir con su política migratoria. La decisión de Polonia de limitar el acceso a los migrantes a su territorio, es otro dolor de cabeza para la UE, debido a que genera nuevas discrepancias entre Varsovia y Bruselas, algo que para el régimen de Lukashenko resulta ventajoso para lograr legitimidad gubernamental que anhela. Por su parte, la UE ha anunciado que ha comenzado diálogos con los gobiernos de los países de donde provienen los migrantes. El gobierno de Irak, ha sido el primero en responder al llamado de la UE, para cooperar en la repatriación de sus connacionales. Sin embargo, se debe resaltar que la gran mayoría de estos migrantes han hechos gastos exhorbitantes para cumplir el sueño de llegar a Europa. Situación que no resultará fácil para covencer a los migrantes en regresar a sus naciones de orígenes, cuando la consecuencia de su emigración es producto de la inestabilidad que se vive en sus naciones de origen.