Las protestas planeadas para el 15 de noviembre en Cuba fallaron en materializarse después de que el Gobierno las prohibiera. Mientras algunos cubanos subieron a las redes sociales imágenes a favor de las movilizaciones, las calles de La Habana estaban vacías. El Gobierno cubano desplegó grandes elementos policiales, algunos vestidos de civiles, para patrullar las calles. Se reportó que las fuerzas de seguridad no dejaron a los líderes de oposición salir de sus casas.
Un grupo de debate político de Facebook con 37 mil miembros llamado Archipiélago suscitó las movilizaciones. Estas debían tomar lugar los días domingo y lunes, con los manifestantes vestidos de blanco. El objetivo era reclamar más derechos civiles y una democracia en la isla. Esta convocatoria viene después de meses de llamados por disidentes tras las protestas de julio, las más grandes en las ultimas décadas.
La fecha de la convocación coincidía con el regreso a clases presenciales en la isla y el reinicio del turismo internacional. El analista político y exdiplomático, Carlos Alzugaray, dijo que esta coincidencia «tocó el nervio del Gobierno cubano». Igualmente, algunos padres reportaron que no llevaron a sus hijos a las clases ya que temían que algo suceda en las protestas.
«Yo creo que Archipiélago escogió el día equivocado (…) La gente está preocupada con la reapertura de la economía y el regreso a la normalidad»
Carlos Azulgaray
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Medidas del Gobierno
Mientras las manifestaciones estaban planeadas por toda la isla, en ninguna ciudad se congregaron las masas para protestar. En La Habana el Gobierno desplegó una gran fuerza de seguridad con agentes uniformados patrullando los parques y plazas. Agentes vestidos como civiles también fueron vistos patrullando las zonas donde se habían planeado las movilizaciones. Algunas personas publicaron fotos de ellos vestidos de blanco en las calles, de acuerdo con la convocatoria, pero no se vio nada más.
Varios líderes de oposición y organizadores de las protestas se quedaron en casa debido a la presión del Gobierno. Policías con ropa casual vigilaban las casas de varias figuras prominentes y no las dejaban salir a manifestar. Grupos a favor del Gobierno también se unieron, vigilando las casas de estas personas y reuniéndose en grupo afuera de ellas, acusando a los líderes de la oposición de traidores. Yunior García, un dramaturgo y líder de Archipiélago, no pudo salir de su casa a protestar por un grupo apoyando al régimen.
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Las fuerzas estatales también detuvieron varios disidentes antes del planeado inicio de las protestas. Uno de los detenidos es el vicepresidente del Consejo para la Transición Democrática, Manuel Cuesta Morúa. Otra fue Berta Soler, la líder del movimiento Damas de Blanco, y su esposo. Junto a ellos están otros 650 detenidos por las protestas de julio, según el grupo de derechos humanos Cubalex.
Reacciones de Cuba y Estados Unidos
El ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez llamó al evento una «operación fallida» de los Estados Unidos. El Gobierno llevaba un tiempo llamando a las convocatorias como un intento por EE. UU. para estabilizar el país.
«Algunos de mis colegas en Washington parece que se quedaron vestidos para nada, para la fiesta suya que no ha ocurrido.»
Bruno Rodríguez
Estados Unidos, por su parte, condenó las «tácticas de intimidación» que usó el Gobierno de Cuba. El secretario de Estado, Antony Blinken, pidió a La Habana que respete los derechos de sus ciudadanos y que «les permita reunirse pacíficamente».
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