El Challenger Panamericano terminó y la gran noticia es que Perú acabó de la mejor forma posible. La histórica doble clasificación a la Copa Panamericana -por parte de la selección femenina como la masculina- no fue el único motivo de celebración, sino que las ‘guerreras’ obtuvieron el primer trofeo del hockey peruano. Estos fueron los resultados del trabajo iniciado en el 2017 de la mano del técnico argentino Patricio Martínez. Es por ello que, en Diario El Gobierno, les traemos las claves de lo que ha sido la mayor participación peruana en un certamen internacional de hockey.
Recambio generacional
En el año de 2018, la Federación Peruana de Hockey inauguró un programa de promoción de jóvenes talentos que tenía como objetivo nutrir la selección mayor -femenina y masculina por igual- en un futuro no muy lejano. Tres años después de aquella innovadora idea, la cosecha ha sido más que satisfactoria. Gianfranco Curo, uno de los nuevos destacados jugadores que hoy integran la ‘blanquirroja’ y curtido en aquella iniciativa, detalla su experiencia y como influyó en su llegada al equipo mayor.
«Iba por mejorar y hacer un adicional a lo que hacía en mi club. El entrenador me felicitó por mi nivel y me preguntó si estaba dispuesto a entrenar con la sele», cuenta una de las joyas del hockey peruano. Tiempo después, él y algunos jóvenes más se harían un espacio con unos ‘guerreros’ que se beneficiaron de su desparpajo y ambición para acabar con la medalla de plata en el Challenger Panamericano. «Crecemos con esta nueva generación», apuntó Vincenzo De Martis, uno de los capitanes de la selección masculina.
De igual forma, el cuadro femenino le sacó todo el jugo a esta apuesta de formación. Lo explicó muy bien Renata Sangio al termino de las semifinales (2-0) contra Brasil. «Estoy feliz porque es mi primer torneo como titular. Somos un grupo nuevo, pero conectamos súper rápido. El torneo nos ha ayudado a unirnos como equipo», aseguró la zaguera de 18 años. Vaya que su convergencia la plasmaron sobre el campo: las ‘guerreras’ se hicieron con la medalla de oro. Y aún hay trayecto por recorrer.
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Hermandad
El vínculo formado no solo es cuestión de oficio ni de grupos, puesto que la Selección es en su totalidad una comunidad. Después de que la selección femenina y masculina culminen sus gloriosa participación el torneo con abrazos, aplausos y mucho respeto se notó que «la relación entre todos es excelente. Nos arengamos mutuamente ambos grupos (mujeres y hombres). Somos prácticamente una familia», manifestó Curo. Como portavoz de los nuevos jugadores debutantes en un torneo internacional, el número ‘7’ relata la buena acogida en la delegación.
«El trató desde que llegamos siempre fue bueno. Los mayores, aparte del entrenador, nos aconsejan y enseñan mucho. Nos hicimos amigos rápido», cuenta el jugador de Libardoni Hocey Club. Asimismo, expresa su agradecimiento con sus pares féminas, que siempre los alientan. «Las chicas apoyan bastante con sus barras. La dinámica de ambos lados aporta a lo logrado». No hay error en su lógica, ya que al fin y al cabo, el apoyo mutuo entre toda la delegación los llevó a cumplir con su objetivo.
Evolución en el juego
Es así que todo el buen rollo dentro del plantel nacional también ha ido de la mano de un crecimiento en cuanto al juego exhibido por parte de ambos grupos. Lejos parece quedar la antigua selección peruana que era víctima de los planteamientos más correosos, intensos y duros de sus rivales, que anticipaban su forma de juego para dominar y golpear casi sin dificultad. En el Challenger Panamericano, ahora sí se ha visto a un Perú de Patricio Martínez más gobernante y con personalidad. Una performance notable.
Sobre todo en el equipo femenino, más regular en sus presentaciones conforme el campeonato fue avanzando. Las ‘guerreras’ -paradas con una línea de cuatro al fondo- plasmaron orden, conectividad, serenidad y efectividad que, junto al desequilibrio de jugadoras talentosas en la ofensiva, les hizo elevar el nivel al respecto del mostrado en los Panamericanos. El salto es tremendo y, salvo corregir algunos aspectos sin pelota y definición, el margen de mejora ahora mismo parece no tener techo.
Por su parte, el elenco masculino también se puede presumir de casi lo mismo en su progresión. Mayor verticalidad, presión alta, intensa y coral, atacando espacios libres en cualquier carril, y cargando el área (en defensiva y ofensiva), los ‘guerreros’ fueron un torrente de juego. Manejando el balón, estirando al rival y buscando huecos, sus transiciones le permitieron anotar muchos goles (contra Ecuador). Lo mismo sin la bocha, puesto que su postura defensiva -que puede y debe pulirse- resultó propicia en cada retroceso, apoyo, duelos individuales y coberturas.
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Aclimatación al alto rendimiento
«Nos medimos en los Juegos Panamericanos (Lima 2019) y ahora nos tocará hacerlo contra el resto de grandes», indicó De Martis una vez se selló el pase a Chile y con razón. Después de experimentar en vivo y directo su primer gran torneo de hockey, Perú ha entendido lo que es competir y manejarse ante la élite. Y aunque México sí haya sido un rival de categoría (Perú perdió ambos duelos), se vio que por tramos la pasaban mal con el mencionado juego peruano.
Ello es un gran paso al respecto de lo ocurrido hace dos años. Ahora ya con dos torneo de peso en la espalda, toda esta preparación de la delegación ‘blanquirroja’ subirá un peldaño nuevamente en la Copa Panamericana. Ante elecciones como Argentina, Canadá, Estados Unidos, Chile, Uruguay -en el caso de las damas- o Brasil -para los varones-, Perú tendrá que demostrar que tanto puede ‘codearse’ contra estos conjunto de jerarquía.
A seguir progresando
«Subir el ritmo es obligatorio para llegar al siguiente nivel», señaló Curo de cara a lo que le espera en un futro no muy lejano a Perú. Se viene por delante tres meses de ardua preparación, física, técnica y táctica, para llegar bien al gran torneo panamericano. Aunque, primero los seleccionados deberán volver a competir por su lugar en la convocatoria. «Voy a seguir luchando mi puesto. Nadie tiene su lugar asegurado», afirmó el jugador, consciente, como nuestros ‘guerreras’ y ‘guerreros’, de que la primera competencia parte desde casa. Todo ello con el objetivo de que en Santiago volvamos a ver la mejor versión del hockey peruano. Un deporte que empieza a hacer, por méritos propios, eco en la mayoría del país.
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