El fin de semana aparecieron a nivel internacional las primeras imágenes de lo que vendría a ser una de las mayores movilizaciones contra la tiranía marxista-comunista liderada actualmente por la presidencia de Miguel Díaz-Canel; en efecto, miles de cubanos salieron a las calles con carteles, banderas y discursos pidiendo que cese la dictadura comunista, que acaben los años de opresión de las libertades civiles, que muera el gobierno que lo único que cosechó fue la pobreza económica y miseria moral. En síntesis, ¡que Cuba sea libre y democrática de una vez por todas!
Yo no soy experto si se discute de bebidas, pero de lo que sí estoy seguro es de que ¡no hay trago más amargo que una Cuba que no es libre!, argumentando siempre que la culpa es del «imperialismo yankee» y su famoso «bloqueo económico»; cuando en realidad el único bloqueo que tiene Cuba es el de las oportunidades, evidencia de ello son los cubanos que se tienen que conformar con una educación ideologizada que idolatra a los caudillos de la revolución, con una vivienda precaria que se cae a pedazos, con una racionalización de alimentos al mismo estilo que los campos de concentración judíos de Hitler, con un sistema de salud que no podía enfrentar efectivamente a la pandemia del coronavirus; pero que de igual modo mandaba a sus médicos en «cooperación internacional» a otros países, como ocurrió en nuestro caso.
En un momento de la historia romana, Séneca le dijo a Nerón lo siguiente: «Tu poder radica en mi miedo, ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder». Pienso que esta expresión refleja lo que está aconteciendo en estos momentos en la isla, los cubanos se cansaron de agachar la cabeza, la popularidad que en algún momento tuvo el régimen comunista cubano ya no cala en el pensar de sus hombres y mujeres; ya no estará Castro, pero claramente están castrados de legitimidad.