Hace unos días, el portal de Forbes informó que el agua comenzó a cotizarse en el mercado de futuros de materias primas de Wall Street. La razón: la escasez de este bien. Para esto, se ha creado un índice que estima su valor en función a las expectativas de los actores más relevantes de este mercado. Se definió su precio inicial según el valor calculado en el estado de California (caracterizado en los últimos años por su escasez de lluvias y abundancia de incendios). Por ello, este bien esencial para la vida tendrá un precio que variará como el de cualquier producto.
Algunos especialistas han opinado que una de las principales implicancias es la protección que agricultores u organizaciones puedan ejercer frente a los cambios en el precio del agua. Sin embargo, una consecuencia negativa podría ser el estímulo para la incorporación de esta práctica en el resto del mundo y contribuir así con la especulación de este bien que tanto necesitamos todos y que debería estar a nuestro alcance.
Según esta misma fuente, China y Estados Unidos son los países que más consumen agua, en el mundo existen más de dos mil millones de personas que viven con grandes limitaciones para acceder a este bien vital y se estima que en los próximos años, dos tercios del planeta podría tener que vivir con escasez de agua. De acuerdo al Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2020-Agua y Cambio Climático, el uso mundial de agua se ha multiplicado por seis en los últimos 100 años y anualmente crece 1% debido al desarrollo económico, al crecimiento de la población y al cambio en las pautas de consumo. Si profundizamos en el consumo, el agua es cada vez más escasa en primer lugar, debido a las actividades económicas que se centran en la explotación de recursos (como la minería y agricultura, por ejemplo).
En segundo lugar, está el sector secundario (la industria), que transforma la materia prima en productos para el consumo humano. Y, en tercer lugar, se encuentra el consumo particular. Sin embargo, pero no menos importante, es el cambio climático, que ha afectado las temperaturas mundiales (el agua se evapora más rápido). Esto provoca un trastorno en las precipitaciones, lo cual limita su disponibilidad en la Tierra. Estos factores han causado el actual estrés hídrico, que habría provocado que el agua sea considerada un activo universal susceptible de ser cotizado en la Bolsa.
De hecho, el líquido elemento siempre ha tenido un precio. Dicho precio es el que pagamos al comprar una botella de agua, cuando compramos alimentos o cuando usamos la energía que de ella proviene. Sin embargo, en la mayoría de países del mundo es considerado un bien público. Por ello, en algunos casos, es concesionado por el estado a empresas privadas para su distribución.
Y, ¿cómo es la situación en nuestro país? De acuerdo ainformación de Oxfam, alrededor de ocho millones de peruanos no tienen acceso a agua potable. Esto, a pesar de ser uno de los países más ricos en este recurso, pero con mayor heterogeneidad en su distribución. Lima es nuestra ciudad más vulnerable y depende del río Rímac, cuya cuenca es la más deteriorada en términos ambientales.
¿Qué se ha hecho hasta ahora al respecto y qué se puede hacer?, ¿debería usarse el agua de manera cooperativa o especulativa?, ¿debe ser un bien público o privado?, ¿se debe considerar un recurso natural o un bien capital? Algunos especialistas recomiendan que actividades como la agricultura se concentren en las zonas donde abunden el recurso hídrico. Otros, en cambio, donde la tecnología permita su uso eficiente. Para las actividades como la minería o industria, se recomienda la aplicación de las “3R”: reducir, reciclar y reutilizar el agua. Esto, desde luego, con la incorporación de tecnología que permita esta práctica sostenible.
A su vez, estas empresas deben aliarse con productores y proveedores cuyos impactos también sean positivos en estos términos. Estos deben contar con prácticas que vayan en la misma línea. Ello favorecería la formación de ecosistemas sostenibles, sinérgicos y que sean “faros” para otras organizaciones que puedan sumarse a estas prácticas. Por el lado del consumidor, es importante no derrochar el agua y procurar una gestión adecuada del recurso hídrico. Esto puede lograrse mediante su aprovechamiento, por ejemplo, en el proceso de lavado y su reutilización para el riego de jardines.
Es claro que la demanda de este recurso vital aumentaría, mientras que su oferta caería debido al incremento de la población y al cambio climático. Esta situación es crítica. Sin embargo, increíblemente, esta noticia no ha sido tan difundida como debiera. Tampoco se han generado espacios de reflexión que permitan contestar algunas de las cuestiones planteadas. Es importante que pongamos este tema sobre la mesa. Debemos promover desde nuestros espacios de acción (hogares, empresas, instituciones públicas u organizaciones sociales), prácticas que sean más responsables con el cuidado del agua. De esto dependerá su disponibilidad, no sólo para nosotros en los próximos años, sino también para nuestros hijos, nietos y las siguientes generaciones.