Este domingo, el pueblo chileno acudió a las urnas para decidir si se mantendría la Constitución del 80 o si se redactaría una nueva. Con aproximadamente 80 puntos porcentuales, la ciudadanía chilena votó por el “apruebo”. De modo que una convención constituyente (elegida popularmente) se encargará de redactar una nueva norma jurídica.
La redacción de una nueva Constitución, producto de las protestas sociales del 2019, ha generado interrogantes acerca del futuro de Chile. La continuidad del modelo sistémico y la injerencia que tendrá con respecto al desarrollo del país ha generado incertidumbre entre los agentes económicos. Sin embargo, plantea la oportunidad de que la carta magna cuente con una legitimidad de origen, lo cual no se evidencia en la actual.
El impacto en el crecimiento económico
La pandemia del COVID-19 y sus efectos ya generan un reto económico para las naciones latinoamericanas. La redacción de una nueva Constitución en Chile también plantea interrogantes acerca de cómo se verá afectado el crecimiento económico.
En primer lugar, no hay evidencia de que el cambio de Constitución signifique una caída en el crecimiento. Sin embargo, es cierto que la expectativa de un cambio constitucional conlleva a que los agentes económicos planteen sus decisiones e inversiones con mayor cautela. En el caso chileno, los índices de confianza de los empresarios han caído desde el inicio de las protestas el año pasado.
Por ello, los expertos declaran que primero se debe redactar la nueva Constitución económica para proceder a realizar las proyecciones. El grado de intervención estatal, los incentivos a la inversión y la estabilidad financiera serán criterios presentes en el análisis. Además, hay que tomar en cuenta los factores externos que podrían afectar la inversión y producción.
La Constitución de Pinochet
Una de las cuestiones que más se ha criticado de la Constitución es su origen. La actual constitución fue redactada durante el régimen militar de Augusto Pinochet. Ello, a la vista de muchos constitucionalistas chilenos, reviste la carta magna del aura de ilegitimidad.
Sin embargo, también se debe recordar que aquella constitución sufrió modificaciones sustanciales. La primera se dio en 1989. Se derogó la parte que limitaba el pluralismo político, que prohibía la existencia de movimientos políticos de línea marxista. La segunda modificación tuvo lugar en 2005. Se derogó la figura de los senadores designados, que permitía a instituciones como las Fuerzas Armadas tener injerencia en el Senado.
Estas modificaciones deberían haber terminado con el carácter autoritario de la Constitución. Sin embargo, para muchos chilenos que salieron a protestar el 2019, la ilegitimidad de origen es insalvable.
Esta sería la primera vez desde 1833 que la Constitución sería redactada por una convención constitucional. Es a partir de ello, que la mayoría de constitucionalistas resaltan la oportunidad de la ciudadanía chilena para revestir a sus principios jurídicos de legitimidad de origen.