“Que no me olviden”, fueron las palabras de partida de la escritora peruana Clorinda Matto en una carta dedicada a su amiga íntima. Después se dirigió a una clínica de Buenos Aires para someterse a una cirugía que no le dejó ninguna esperanza: falleció. En las primeras horas del 25 de octubre de 1909, Matto dejó un valioso legado literario tras dar su último suspiro.
Biografía
Clorinda Matto de Turner fue una destacada escritora, periodista y educadora. La época en que vivió le trajo muchas desgracias debido a su pensamiento moderno: quemaron sus retratos en Arequipa y Cusco; el arzobispo de Lima y don Manuel Antonio Bandini condenaron la lectura de su revista como pecado infame; y su novela “Aves sin nido” fue uno de los tantos libros prohibidos por la Iglesia católica. Por lo demás, Juan de Arona se dedicó a escribir parodias humorísticas, pero a la vez racistas, sobre su castellano andino. Incluso, tropas rebeldes al mando de Piérola quemaron la imprenta donde trabajaba.
Grimanesa fue su verdadero nombre, pero según ella, poco afortunado. Fue así como utilizó el seudónimo de Clorinda. Sus obras literarias le permitieron abrirse un espacio adelantado a su época. Por esa razón generó debates en Cusco, Arequipa, Lima y Buenos Aires.
Fue una gran defensora de la lengua anticlerical, promotora del comercio y defensora del indio. Matto fue una de las primeras escritoras peruanas, junto con Teresa González de Fanning, Carolina Freire de Jaimes, entre otras. Cada una de ellas fue autodidacta, pues no tuvieron acceso a la educación universitaria.
Periodista con agallas
En el siglo XIX no era aceptable que las mujeres tuvieran en sus manos algún negocio. Empero, Matto rompió con dicho estereotipo y se abrió paso para fundar y dirigir periódicos. Primero comenzó escribiendo en periódicos de Cusco, luego creó el suyo llamado «El recreo» (1876). En este último recibió la colaboración de mujeres argentinas, chilenas y colombianas.
«El recreo» era publicado cada quincena, aunque sus lectores eran escasos, seguía esforzándose para tejer redes con más mujeres a través de su discurso. Fue jefa de redacción del pequeño diario «La Bolsa» (1884-1885) y directora de «El Perú ilustrado» (1889-1891), revista que fue muy prestigiada en su época. Luego fue editora en la revista política «Los Andes«.
Este último se publicaba en su propia imprenta llamada «La Equitativa«. El nombre de su negocio era porque había gran cantidad de trabajadoras mujeres: reporteras, tipógrafas, escritoras, entre otras.
Letras alborotadas
A los 29 años dejó el departamento que la vio nacer: Cusco, y viajó por cuestiones laborales a la ciudad de Arequipa. Luego de unos años llegó a Lima y publicó, en 1889, «Aves sin nido» donde narra los abusos sexuales cometidos por autoridades del clero hacia mujeres indígenas. La respuesta que recibió estaba inundada de múltiples ataques. Cientos de sus libros quedaron en cenizas e incluso fue excomulgada.
Sin embargo, mientras que en Perú sus libros eran despreciados, en Buenos Aires «Aves sin nido» fue publicada por la Editorial Losada y en Londres se traducía al inglés. En paralelo tuvo acogida y desamparo.
Seis años más tarde, las tropas de Nicolás de Piérola destruyeron su imprenta La Equitativa y saquearon su hogar. El brutal suceso ocurrió en respuesta a los escritos que Clorinda hacía en «Los Andes», periódico que defendía a Andrés Avelino Cáceres y se imprimía por mujeres en el mismo recinto.
Fue una lucha muy ardua la que tuvo Clorinda, pero su esfuerzo valió la pena. Hoy podemos deleitarnos con sus novelas escritas a través de una pluma literaria generosa y crítica.