El 21 de noviembre de 2024, la Policía Federal de Brasil formalizó acusaciones contra el expresidente Jair Bolsonaro y 36 coacusados por un supuesto intento de golpe de Estado. Este caso emblemático se centra en eventos que habrían ocurrido en las semanas previas a la toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva, electo presidente en octubre de 2022. El pliego acusatorio, resultado de casi dos años de investigaciones, expone una serie de delitos graves que incluyen intento de golpe de Estado, abolición violenta del Estado democrático de derecho y organización criminal. Estas imputaciones se basan en pruebas obtenidas mediante técnicas avanzadas como la interceptación de comunicaciones, análisis de registros fiscales y testimonios de colaboradores premiados.
Un plan detallado para «socavar la democracia»
La investigación describe un esquema coordinado que habría sido encabezado por Bolsonaro junto con figuras clave de su administración, como los generales Walter Braga Netto y Paulo Sergio Nogueira, así como varios exministros y asesores. Según el informe, los implicados planificaron la creación de un “Centro de Desinformación” destinado a desacreditar las elecciones y movilizar apoyo militar para impedir la asunción del nuevo gobierno. Durante el periodo de transición, se intensificaron las reuniones y comunicaciones, en las cuales se discutieron estrategias para erosionar la legitimidad del presidente electo Lula.
Uno de los eventos más alarmantes ocurrió en enero de 2023, cuando miles de seguidores de Bolsonaro intentaron asaltar instituciones gubernamentales en Brasilia. Este hecho, calificado por las autoridades como un intento de golpe de Estado, fue frustrado por la falta de apoyo de los altos mandos militares. Sin embargo, según el informe policial, las acciones violentas de los manifestantes estuvieron directamente vinculadas a la retórica y las estrategias promovidas por Bolsonaro y sus aliados.
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Las pruebas que comprometen al ex presidente
El informe de 884 páginas, entregado al Tribunal Supremo de Brasil, contiene detalles de reuniones preparatorias, mensajes de texto incriminatorios y testimonios clave. Entre las declaraciones más significativas se encuentran las de exministros que confirman la participación activa de Bolsonaro en los planes golpistas. Además, las pruebas incluyen amenazas directas contra Lula y otros funcionarios, evidenciando la seriedad del complot.
Pese a la contundencia de estas pruebas, Bolsonaro ha negado todas las acusaciones. En declaraciones recientes, el expresidente criticó duramente al juez Alexandre de Moraes, quien lidera las investigaciones, y reiteró su inocencia, afirmando que siempre actuó dentro del marco constitucional. Su defensa legal sostiene que las acusaciones son infundadas y parte de una persecución política.
Las graves consecuencias legales que enfrenta Bolsonaro
Si se comprueba la culpabilidad de Bolsonaro, las implicaciones legales son severas. Entre los delitos imputados, el intento de golpe de Estado podría conllevar una pena de entre 4 y 12 años de prisión, mientras que la abolición violenta del Estado democrático de derecho podría sumar de 4 a 8 años más. Además, se le acusa de asociación ilícita, delito que acarrea penas de 5 a 10 años. Estos cargos, en conjunto, podrían resultar en una condena sustancial.
Bolsonaro ya enfrenta una inhabilitación política hasta 2030 por abuso de poder relacionado con su mandato. Una nueva condena podría extender esta prohibición o imponer restricciones adicionales sobre su capacidad para participar en la política. Además, medidas cautelares actuales, como la confiscación de su pasaporte y la prohibición de contacto con otros investigados, reflejan la amplitud de las acusaciones.
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El futuro del bolsonarismo
El proceso judicial contra Bolsonaro podría tener efectos profundos y duraderos en el panorama político brasileño. En primer lugar, su imagen como líder de la derecha ha sufrido un desgaste significativo, especialmente después de los resultados de las recientes elecciones municipales, donde muchos de los candidatos que apoyó no lograron triunfar. Este debilitamiento ha abierto espacio para nuevos liderazgos dentro de su espectro político, como los gobernadores Tarcísio de Freitas y Ronaldo Caiado.
En segundo lugar, la situación ha exacerbado la polarización política en Brasil. Los seguidores más fervientes de Bolsonaro consideran las acusaciones como un ataque político y han organizado manifestaciones en su defensa. Esta narrativa de persecución podría consolidar su base de apoyo, pero también dificultar el diálogo entre los distintos sectores políticos del país.
En el ámbito electoral, si Bolsonaro es condenado, su base podría fragmentarse, dando lugar a una reconfiguración del espectro político. Por otro lado, si logra revertir su inhabilitación o se presenta como una víctima de persecución, podría intentar un regreso político.