El pasado jueves 10 de octubre, el presidente de Argentina, Javier Milei, vetó la Ley de Financiamiento Universitario, que había sido aprobada por el Congreso el 13 de septiembre. Esta ley tenía como objetivo aumentar el presupuesto para las universidades públicas y mejorar los salarios de docentes y personal no docente, en un contexto de inflación del 236% interanual en agosto.
Contexto económico y político
Desde su llegada al poder en diciembre de 2023, Milei ha seguido una política de austeridad fiscal que ha reducido el gasto público en un 30,1% en los primeros ocho meses de 2024. Esta estrategia ha causado tensiones con la comunidad educativa, ya que las universidades vieron reducidas sus transferencias en un 30,1% en términos reales. Como resultado, los docentes han perdido un 33% de su poder adquisitivo desde que asumió el nuevo gobierno.
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La Ley de Financiamiento Universitario
La Ley de Financiamiento Universitario fue aprobada por el Congreso con 57 votos a favor y 11 en contra, con la intención de declarar una emergencia presupuestaria para el sistema universitario y asegurar recursos suficientes frente a la creciente inflación. Se estimaba que el costo fiscal de la ley sería del 0,14% del Producto Bruto Interno (PBI) del país. Sin embargo, Milei vetó la ley, argumentando que carecía de previsión presupuestaria y que ponía en riesgo el equilibrio fiscal.
Protestas masivas
El veto presidencial provocó una fuerte reacción social, con más de 270,000 personas manifestándose frente al Congreso para exigir la promulgación de la ley. Estudiantes y docentes denunciaron que los recortes han llevado a una pérdida del 40% del poder adquisitivo de los salarios universitarios. Las manifestaciones subrayaron la importancia de la educación pública en Argentina y su papel en la inclusión social.
En respuesta, el gobierno desestimó las protestas, calificándolas como un «espectáculo mediático» organizado por la oposición para obstaculizar su plan económico. A pesar de esto, muchos sectores consideran que esta postura no refleja las necesidades reales del sistema educativo.
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Preocupaciones por el futuro de la educación
El veto y los recortes han suscitado preocupaciones sobre el futuro de la educación pública en Argentina. En medio de una inflación imparable y un sistema universitario debilitado, muchos temen un deterioro significativo en la calidad educativa. Los sindicatos docentes advierten que, sin salarios adecuados, numerosos educadores podrían abandonar sus puestos, afectando aún más al sistema educativo.
Se espera que las movilizaciones continúen mientras la comunidad educativa busca soluciones para garantizar un financiamiento adecuado. La decisión de Milei marca una clara preferencia por el control del gasto público, incluso en sectores críticos como la educación. La evolución de las negociaciones entre el gobierno y los actores educativos será clave para evitar un colapso en el sistema universitario.
Argumentos del gobierno para el veto
El gobierno de Milei justificó el veto en base a tres argumentos principales: la falta de previsión presupuestaria, el impacto fiscal negativo y las críticas a la oposición.
Falta de previsión presupuestaria
El presidente argumentó que la ley no especificaba una fuente de financiamiento para los incrementos salariales y los gastos adicionales que proponía. Según el Decreto 879/2024, esto violaba la Ley de Administración Financiera, que exige que cualquier gasto no previsto en el presupuesto general del país debe estar respaldado por una fuente clara de recursos.
Impacto Fiscal
La implementación de la ley, según estimaciones del gobierno, tendría un impacto fiscal de aproximadamente 0,14% del PBI, lo que equivaldría a $738.595 millones. El gobierno sostuvo que este gasto adicional complicaría las metas fiscales fijadas para el 2024 y comprometería las finanzas públicas.
Críticas a la Oposición
El gobierno también acusó a los legisladores opositores de usar la ley con fines políticos, describiéndola como una medida «irresponsable» destinada a debilitar al gobierno. Según Milei, el financiamiento universitario debería discutirse en el marco del Presupuesto Nacional 2025, y no como una ley aislada.
El veto a la Ley de Financiamiento Universitario ha intensificado el debate sobre cómo financiar adecuadamente el sistema educativo en Argentina. A medida que este conflicto continúa, las soluciones a largo plazo serán cruciales para evitar un mayor deterioro en la calidad y accesibilidad de la educación pública en el país.