Rusia ha prohibido la entrada a 92 ciudadanos estadounidenses adicionales, entre los que se encuentran periodistas de medios como The Wall Street Journal, New York Times y Washington Post. Así, el gobierno ruso declaró que estas personas tienen la entrada “permanentemente cerrada” al país.
Contexto de la prohibición
Las relaciones entre Rusia y Estados Unidos se han deteriorado significativamente desde el inicio del conflicto en Ucrania en febrero de 2022. El Kremlin describió este conflicto como una «operación militar especial» y como parte de una lucha más amplia contra lo que considera la agresión de Occidente, particularmente de la OTAN. Estados Unidos ha sido el principal apoyo militar y financiero de Ucrania, lo que ha llevado a tensiones crecientes entre las dos naciones.
Esta lista de 92 personas incluye a funcionarios del gobierno estadounidense de entidades como el Departamento de Justicia, el Departamento del Tesoro y la Fuerza Espacial. Además, varios académicos también recibieron el veto, incluidos profesores de la Universidad de Harvard, la Universidad de Pittsburgh y la Universidad de Virginia. La lista de prohibiciones menciona a Emma Tucker, redactora jefe del Wall Street Journal (WSJ), cuyo periodista Evan Gershkovich fue detenido en Rusia durante 15 meses. El sujeto quedó libre en junio como parte de un importante intercambio de prisioneros. Nathan Hodge, editor senior de CNN y exjefe de la oficina de Moscú del WSJ, también figura. .
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¿Por qué se genera esta medida?
Según el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, las prohibiciones son «una respuesta al rumbo rusófobo seguido por la administración de Biden, cuyo objetivo declarado es ‘infligir una derrota estratégica a Moscú’”. El ministerio añadió que la «lista negra» incluye a editores y periodistas de destacadas publicaciones liberales-globalistas, involucradas en la producción y difusión de «falsedades» sobre Rusia y sus fuerzas armadas, así como en la “cobertura” propagandística de la «guerra híbrida» desatada por Washington. También advirtieron que la lista de prohibiciones se ampliará en el futuro. En su comunicado, el ministerio criticó las extensas sanciones impuestas por Estados Unidos a políticos, empresarios, figuras mediáticas rusas y otros, calificándolas de un «frenético despliegue de sanciones» por parte de las autoridades estadounidenses.
El Ministerio de Asuntos Exteriores ruso catalogó a todas las personas como ciudadanos estadounidenses, aunque anteriormente el país ha denominado “estadounidenses” incluso a individuos que trabajan para empresas de Estados Unidos. No es la primera vez que Rusia emite una lista de ciudadanos estadounidenses a quienes les prohíbe la entrada al país. El año pasado, Moscú vetó a “500 estadounidenses”, incluyendo al expresidente Barack Obama, al presentador de televisión Stephen Colbert y a varios senadores estadounidenses.
Reacciones a la prohibición
Las reacciones a esta prohibición han sido rápidas. En reacción a la prohibición rusa, un portavoz del WSJ comentó: “El régimen de Putin es ridículamente consistente en su ataque frontal contra la prensa libre y la verdad. Esta absurda lista de objetivos no es una excepción”. El periódico ha señalado que, debido a estas restricciones, ya no tiene a nadie informando desde el interior de Rusia. Esta situación refleja un patrón más amplio de represión de la libertad de prensa en el país, donde el gobierno ha intensificado sus esfuerzos para controlar la narrativa sobre la guerra en Ucrania y las críticas internas.
De esta manera, la prohibición de entrada a periodistas estadounidenses plantea serias preocupaciones sobre la libertad de prensa en Rusia. Los medios de comunicación internacionales han enfrentado restricciones cada vez mayores en el país, lo que dificulta la cobertura objetiva de los acontecimientos locales. La prohibición también puede tener un efecto escalofriante en otros periodistas y medios de comunicación que operan en Rusia. Dichos sujetos podrían verse disuadidos de informar sobre temas sensibles por miedo a represalias. Esto podría llevar a una mayor falta de transparencia y a una disminución de la diversidad de voces en el panorama mediático ruso.