Desde el estreno de la película “Spencer” reflexionamos sobre el fenómeno biopic y el interés de los directores por retratar una nueva ficción “basada en hechos reales”.
Fenómeno biopic
En la actualidad, el cine está lleno de historias, algunas de ficción y otras basadas en hechos reales; lo que significa que hay una delgada línea entre la versión real y la versión autorizada. Es por esta razón que el público admite un juego y sigue la representación de una figura pública convertida en un personaje que muestra diferentes espejos de su “yo” dramático. Sólo son éxitos cuando se trata de una biopic y solo podemos preguntarnos: ¿por qué a la gente le interesa tanto la vida en detalle? Este formato de relato biográfico sorprende porque imagina posibles universos sobre la realidad. Además, genera la aparición de personajes secundarios de alto valor para la historia; con una dosis de una victimización que cautiva emociones y misterios. Este fenómeno posee una alta investigación y documentación, ya que sus protagonistas merecen una reconstrucción más allá de su aspecto físico. No debemos olvidar los éxitos de “Bohemian Rhapsody” y «Rocketman”, que cuentan la trayectoria de los artistas Freddie Mercury y Elton John con un enfoque musical de los pormenores de sus vidas. El cine se encuentra en la búsqueda de personajes emblemáticos de la cultura popular sin estar sujetos a guion.
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Damas y dramas de la vida real
Sin reglas y con una profunda admiración por los personajes icónicos, atraviesa Hollywood en su forma de hacer cine. Uno de los directores latinoamericanos más interesantes de los últimos tiempos, el chileno Pablo Larraín, marca un cine de autor con historias “basadas en la vida real“. Sus películas cuentan con un motivo inspiracional. De esta manera, los recursos cinematográficos alternativos que se muestran en su obra son sutiles y en búsqueda de la cara B de las personalidades.
Sus antecedentes reflejan una gran sensibilidad y una óptica de corte social que genera un formato de docu-ficción sobre la persona y su historia. Podemos recibir una interesante mirada en su película “No». En ella se captura de sus protagonistas la fuerza creativa durante la campaña de votación durante la dictadura chilena. Asimismo, Larraín se sumerge en un ambicioso proyecto para realizar la película «Jackie», donde Natalie Portman interpreta a la primera dama de los Estados Unidos. La historia se ambienta en los días posteriores al asesinato de su marido, el presidente John F. Kennedy.
Actuar más allá de un parecido
Reconocemos el interés de Larraín por filmar historias más allá de una fuente real. Un recurso notorio es la gran conexión con el espectador, desde la utilización de elipsis en la trama y el punto de fuga para notificar su contexto en términos cinematográficos. Su cine integra una estética actoral, que necesita un entrenamiento para su representación, la expresión, la voz y la mirada dramática con enfoque hacia una persona más allá de un parecido físico.
En su última producción, su obra se va más allá de la realidad y la historia con “Spencer”, un desafío para el director chileno. La película cuenta la historia de la Princesa Diana que ya todos conocemos, pero desde su estado emocional y no desde la versión documentada. Por esta razón, Pablo Larraín no revelara ningún dato histórico, porque quiere escapar de la biopic.
Esta película narra las emociones de Diana y sus últimos días en la Casa Windsor. Todo lo que ya conoces sobre Lady Di puede servir de dato para reconocer algunos hechos que suceden en la historia; pero no es lo importante. Una película donde la realidad es objeto secundario; es un retrato de una mujer dolida y defraudada, interpretada por Kristen Stewart -nominada al Oscar 2022-. De manera notable, Stewart desarrolla a una mujer de posición privilegiada, encerrada en un sentimiento de desamor y venganza. Una súper producción donde las locaciones y los vestuarios son fascinantes para mostrar el estilo de vida de una joven princesa que se siente en el lugar equivocado.
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Un retrato intimo a pura nobleza
Puertas adentro, podemos observar las escenas en interiores, ya que no está reflejada una princesa popular. Este largometraje es un retrato íntimo y poético de la última navidad vivida por Diana junto a la Familia Real Británica, previo al divorcio con el Príncipe Carlos a finales de 1992.
Una Diana de personaje triste y desorientado, que se transforma desde la metáfora en una persona que enfrenta una batalla de amor propio frente a sus hijos y de la locura gestada por la familia real. Personajes secundarios, no reales en la historia de Diana Spencer, figuran en esta interpretación. La aparición de su vestuarista Maggi, que no existió como tal, que la contagia de motivación y deseo a una vida mejor. Asimismo, observamos secuencias dramáticas que la relacionan con el personal de servicio, donde esconden todas las conductas alimenticias que sufre Diana en relación con su bulimia.
Como una figura central, el cocinero real es un narrador presente que persigue a Diana en su inconsciente en comparación a las princesas y reinas históricas. Se puede observar en sutiles recreaciones los problemas de Lady Di frente a la ingesta de alimentos en los banquetes y eventos sociales de la realeza. Una película de confesiones sobre una princesa destinada a vivir un final desgarrador que supera el dolor de una separación.