Arribamos a Puerto Madero, la Ciudad de la Furia nos envuelve en una noche de luces tenues y calles que destilan lujo. Caminamos hacia el majestuoso Alvear Icon Hotel, el escenario perfecto para la Chachingo Wine Fair. La emoción es palpable; decenas de entusiastas del vino se alinean, impacientes, por descubrir las sorpresas que esta edición tiene reservada.
Con una pulsera en la mano y una copa en la otra, nos sumergimos en la experiencia. Frente a nosotros, 57 bodegas; y más de 200 etiquetas de pequeñas, medianas y grandes bodegas disponibles para degustar. Este evento es una auténtica genialidad, concebida por las brillantes mentes de Ale Vigil, winemaker de las bodegas Catena y Alenna; la doctora María Sance, bióloga, dueña de Bodega Los Sance y esposa de Vigil; y el periodista Fernando Gabrielli, propietario de El Relator Wines.
El recorrido fue extenso, pero cada gota lo justificó. Tuvimos la oportunidad de probar vinos de diversas regiones: Mendoza, San Juan, Río Negro, Salta y Jujuy, demostrando que Argentina, con su terroir exquisito que se extiende a lo largo y ancho del país, sigue creciendo y perfeccionándose en el arte vinícola.
Los 10 elegidos
Probamos, en suma, 74 etiquetas, entre las que destacan algunas viejas conocidas y nuevas joyas por conocer.
En cuanto a tintos, nos quedamos con El Enemigo Bonarda de Bodega Aleanna; Concreto de Zuccardi; Trotamundo de Otro Loco Más; Brunetto y Rosso d’Uco de Bira Wines; y Mosquita Muerta Black Malbec de Mosquinta Muerta.
En cuanto a blancos, Lo Profano Chardonnay de Lorenzo Wines; Pedro Ximenez y Pedro Ximenez de Ánfora de Amansado; así como Colomé Estate Torrontes de Bodega Colomé; son algunas de las must try en las que coincidimos los tres corresponsales que asistimos al evento en el Paris sudamericano.
Sin embargo, nuestra favorito fue un tinto: Weinert Cabernet Sauvignon de Bodega Weinert, un vino elaborado de viñas añejas originarias de Francia, que se destaca por su impecable equlibrio y sus características afrancesadas. «El algo distinto que necesitaba para cerrar la noche», fueron las palabras con las que Roberto Salas ―a quien ya habíamos conocido en la feria del año pasado― describió este vino.
El ambiente
Pero Chachingo no es solo vino. Ya habíamos asistido a la primera edición en Buenos Aires hace un año, y no solo los vinos, sino también la compañía y el ambiente eran experiencias que ansiábamos repetir. Durante las cuatro horas que duró esta experiencia, nos adentramos en un mundo de aromas y sabores, rodeados de enólogos, sommeliers y otros expertos y aficionados del vino que ya habíamos tenido el placer de conocer en 2023. Fue un reencuentro lleno de pasión, donde cada copa nos recordó por qué el vino es mucho más que una bebida; es una conexión con lo mejor de la vida. Y es que cuando el vino es lo que une a la gente, no hay alma que se resista.
Desde Ale Vigil sirviéndonos personalmente su cerveza artesanal Chachingo, hasta la cata a ciegas donde ―tras varias copas― ya nos costaba diferenciar el malbec de la syrah, todo apuntó a ser una noche igual o más memorable que la del 2023.
Como broche de oro, el evento cerró con el auténtico estilo rocanrolero que caracteriza a esta feria. El Zorrito Von y los Gustocks hicieron vibrar el Alvear Icon con clásicos de Los Abuelos de la Nada, AC/DC y otros íconos del género, garantizando que el espíritu festivo se mantuviera en su punto álgido hasta la última copa.
Chachingo se ha vuelto, para quienes amamos este mundo, sinónimo de amistad, pasión, diversión y locura; todo alrededor de la única bandera que une a todos los amantes: el vino. Estaremos a la expectativa de la edición del 2025 y las que continúen sucediendo a lo largo del año.