Tuvieron que pasar seis meses para que el presidente brinde una o en este caso tres entrevistas a los medios de comunicación. Una de ellas a un medio internacional. Durante todo este tiempo la relación Castillo – prensa fue muy básica, vaga en algún sentido. Todo esto cambió en la tercera semana de enero del presente año. El representante de nuestro país, el líder que hoy se sienta en el sillón de palacio, por fin decidió romper con su voto de silencio. Los elegidos para entrevistar al Presidente fueron César Hildebrandt, Nicolás Lúcar y Fernando del Rincón.
Cada entrevistador marcó una pauta distinta al momento de conversar con Castillo. Existen diferencias muy marcadas entre una entrevista y otra, desde Nicolás Lúcar riéndose con el presidente hasta Fernando del Rincón siendo un tipo frío, minucioso y hasta retador en algunos momentos con Castillo.
En las tres entrevistas se nombran a los personajes que marcaron y dañaron este Gobierno. La diferencia está en la forma de preguntar, en la necesidad de profundizar y, en algún caso, en la manera de hacer notar la incomodidad del presidente.
César Hildebrandt
Fue la entrevista inaugural de Castillo. El entrevistador es a todas luces un periodista reconocido y con gran capacidad de dirigir la conversación. Hildebrandt es directo a la hora de iniciar y pareciera que advierte a Castillo que esta no será una entrevista de la que saldrá bien librado. En la medida que Castillo intenta responder una interrogante, se le nota cada vez más precavido. Tampoco quiere responder algo de lo que en el futuro se puede arrepentir. Intenta evadir algunas interrogantes, pero es muy malo para no hacer notar cuando no desea responder alguna inquietud planteada por el entrevistador.
Se mencionan los primeros nombres: Karelim López, Bruno Pacheco y Vladimir Cerrón. Castillo es muy precavido, pero también un pésimo mentiroso. No sustenta sus respuestas, a veces divaga y no termina de convencer. Cuando habla acerca de Cerrón tiene un especial cuidado, como si tuviese temor de que el secretario de Perú Libre se moleste con alguna respuesta y le responda horas más tarde con un tweet; o en el peor de los casos con una visita a Palacio.
Una vez más Castillo apuesta por responder las preguntas difíciles o incomodas con el recurso básico de nombrar al pueblo o defenderse de algún cuestionamiento manifestando que no fue su culpa. Según él, si falló en el nombramiento de alguna persona, es porque está aprendiendo.
En conclusión, Castillo no termina de convencer ni siquiera en las preguntas menos complicadas. Intenta responder, pero no llega a defender su respuesta, cae en el vacío, redunda y al final es un mal comienzo. Por otra parte, Hildebrandt no llega a ser el entrevistador molestoso que incomoda con cada pregunta, pues pareciera que le da respiros al presidente. No quiere dar la estocada, marca una gran diferencia con sus entrevistas pasadas en las que fue rotundamente incomodo, satírico y molesto con los predecesores del presidente Castillo.
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Nicolás Lúcar
Esta entrevista es la más tibia. A veces ni se llega a concluir quién es el entrevistador y quién el entrevistado. Pareciera que Nicolás Lúcar no quiere incomodar al presidente. Escucha atento cada respuesta y solidifica el argumento. No profundiza y las pocas veces que interrumpe la respuesta, no es directo a la hora de formular una contra pregunta.
Es sin lugar a dudas una conversación acerca de política, pero pareciera que se habla desde la tribuna. El entrevistador no tiene el interés de realizar algún cuestionamiento ácido y el entrevistado ni siquiera así logra convencer a un cien por ciento. El presidente no camina por Palacio, solo deambula. No se le nota firme a la hora de hacer los gestos y cuando empuña la mano, lo hace como si recién hubiera aprendido a hacerlo.
Nicolás Lúcar recuerda algunas experiencias y cuenta como es que conoció a Castillo en 2017. Da a conocer la historia como si el fuese quien descubrió al presidente porque manifiesta que fue de los pocos, por no decir el único, que lo escuchó en esa huelga de maestros en la que Castillo lideró a un gran grupo de personas.
Existen caminos de la entrevista en la que los dos ríen, como si tuvieran una amistad de años, en la que ambos se conocen y uno le cuenta el porqué de sus desaciertos y el otro lo justifica y apaña. No se muestra a un entrevistador enérgico con las ganas de sacar nueva información o contenido relevante; y mucho menos podemos definir al entrevistado como un personaje que cumple con su rol. En conclusión, la entrevista no cumple con su fin y parece que ni siquiera tuvo un cometido.
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Fernando del Rincón
Fue sin lugar a dudas la entrevista más desproporcionada. Por un lado, Fernando del Rincón, un periodista experto y con la capacidad de colocar en situaciones difíciles al entrevistado. Por otro lado, Pedro Castillo, el presidente que recién está aprendiendo a gobernar.
Fernando del Rincón no tuvo reparos, pues realizó todos los cuestionamientos posibles, sin titubear y sin medias tintas. Además, profundizó y llegó a colocar al presidente en una posición de jaque. Castillo lo intentó, pero no estuvo a la altura, cometió muchos errores y respondió a los cuestionamientos con una serie de argumentos completamente básicos. No supo sustentar el porqué necesitamos una nueva Constitución, no puede desprenderse de la crisis que sufrió su Gobierno y a las finales no le queda otra que recurrir una vez más al argumento del pueblo.
En esta entrevista Castillo utiliza un sin fin de falacias, pues recurre al sentimiento. Sin embargo, esto no puede sostener la gran cantidad de preguntas que el entrevistador plantea. Castillo ya no tiene municiones y la guerra recién comienza.
Castillo no es capaz de responder a las interrogantes acerca de Cuba, Venezuela o Nicaragua. Intenta zafarse de la pregunta pero cae en el argumento simplón de que él no opina acerca de otros países. Pareciera que el presidente no habla con la cancillería o con el ministro de Relaciones Exteriores acerca de la política exterior del Perú.
Fernando del Rincón recita todos los problemas que llevaron a una situación de crisis al Gobierno del presidente Castillo. Vuelve a abrir las heridas que están cicatrizando al nombrar a los personajes que desestabilizaron su Gobierno. Hasta lo tilda de incapaz al no poder rodearse de las personas adecuadas. En conclusión, esta última entrevista fue la más agria para el presidente. Demostró que no está preparado para una conversación de esta magnitud y mucho menos para gobernar el Perú.
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