Entrevista: Juan Antonio Bazán y Harold Alva
Hernando De Soto Polar es uno de los intelectuales con mayor prestigio en el mundo. Arequipeño, autor del clásico libro “El otro sendero”, postula a la presidencia por Avanza País, una organización política que bien podría clasificarse, por sus candidatos, no por su naturaleza, como el último reducto liberal. Dialogamos con él.
— ¿Por qué, Hernando de Soto, quiere ser presidente del Perú?
No me gusta la palabra “quiere”, porque desde un punto de vista personal, este no es el mejor momento, con la pandemia, de entrar a asumir una posición de enorme responsabilidad. Para mí es claro que haremos las cosas bien o mejor, no sabemos si estamos al principio o al final de una gran pandemia. Este es un tiempo en el cual el sector informal ha perdido las tres cuartas partes de sus ingresos y sus ahorros. El equipo que tengo hará una transformación que no podrían hacer los otros y esa es una de las razones por las cuales siento el deber de estar en carrera. Entonces, y esto es una infidencia, he tenido el honor de que ocho de quienes ahora son candidatos se acercaron a mí hace más de un año para pedirme que los acompañe y sea el candidato presidencial, eso me ha permitido comparar lo que yo creo que puedo hacer con lo que yo creo que ellos podrían hacer, y si bien los aprecio mucho, dada la dimensión del problema , que en gran parte como lo he dicho desde hace un año no es problema médico, de salud, va a ser un problema económico, la gente se va a dar cuenta de que como dijo una señora a quien entrevistaron migrando de Lima hacia el campo, frente a la pregunta de por qué hacía eso: exponer a sus hijos a la larga marcha con una serie de personas que podrían estar infectadas, ella decía: “mire lo que yo entiendo es que la enfermedad se podría eventualmente curar con una vacuna, el hambre no se cura con una vacuna, entonces yo prefiero correr el riesgo de infectarme, pero no me muero de hambre, no tengo otra”. Eso significa que yo vi en ese momento que había una cuestión de responsabilidad, si lo podría hacer mejor, ya no se trataba de negociar si soy de izquierda o de derecha, de centro izquierda o de centro derecha, hasta cierto punto siento que hay algo de compatibilidad entre las dos alas, pero necesito verdaderamente tener alrededor mío gente que va a remar en la misma dirección, y veo con sinceridad que tenemos una idea más clara de lo que debemos hacer, no me la quiero dar de sacrificado, pero se trata de un sentido del deber, de cumplir con una responsabilidad. A eso, agregar que nací en el exilio, sé lo que es estar aislado políticamente, y desde chiquito, porque la condición económica de mis padres, mi padre era secretario de la presidencia de la república de José Luis Bustamante y Rivero, nuestro nivel económico bajó considerablemente, mis padres se podría decir que eran caviares, izquierdistas, por eso no éramos muy queridos por los grupos empresariales de Lima, entonces yo crecí creyendo que el mayor honor no era morir en una cama, sino como lo hicieron algunos de mis antepasados, en una barricada. Por eso dar esta batalla tiene un sentido en mí muy importante.
— Mucha gente afirma que están tratando de beneficiar la economía y no la vida, pero con el ejemplo que pone de la señora, le da otro sentido a lo que debemos entender como economía.
Claro. En los primeros artículos que escribí cuando ni siquiera había empezado la pandemia, era consciente que la gente, sobre todo en nuestros países, va a morir más por razones económicas que por otras. No es que no favorezco a la vida, lo estamos viendo, si uno no entra a hacer una reforma del Estado, así tenga usted el mejor médico del mundo en el ministerio de salud, el problema no es si entre ellos se pelean para ver quién tiene la mejor vacuna, eso se da en cualquier profesión, su problema básico es que nadie firma el cheque para comprar los insumos, y ese no es un problema médico, es un problema de saber cuál es el equilibrio de poderes con aquellos que quieren luchar contra la corrupción y con aquellos que quieren eficacia, y esa eficacia se mide económicamente. Por eso, nosotros no tendremos ningún problema en el sentido de que lleguen las medicinas a tiempo, de que las exportaciones peruanas sigan yendo para poder pagar esas medicinas, para poder tener los ahorros con los cuales formar capital y reconstruir o imaginarnos otro país, entonces sí estamos luchando por la vida, pero por el lado que menos se conoce, que no es el de la medicina, y creo que allí se equivoca gente que sabe mucho, sino del lado de qué se hace y cómo se sobrevive en una economía pandémica donde se tiene a claramente entre un 70% y 80% de la población que por ser informales y no tener acceso al capital, y por lo tanto a las redes sociales, no tiene manera de sobrevivir si están enclaustrados: Entonces la mía sí es una propuesta para la vida, pero no suena, por supuesto, tan glorioso como hablar de camas UCI, pero lo que yo quiero tener es una economía donde se puedan seguir comprando esas camas para cuando venga la tercera, o la cuarta o la quinta ola.
— ¿Cuál es su valoración de la manera cómo ha sido manejada la pandemia por los gobiernos sucesivos de Martín Vizcarra, Manuel Merino y, sobre todo el actual, de Francisco Sagasti? ¿Qué opina del confinamiento social que se ha decretado?
Los casos más exitosos han sido los de aquellos gobiernos en el mundo que se han mantenido en contacto con la población llamada marginal, que es la mayoría, porque con el confinamiento total, como lo hemos hecho nosotros, solo puede sobrevivir un 20% o 30% de la población, los países que han tenido éxito, o las ciudades como Guayaquil, o países como Israel, Taiwán, Nueva Zelanda, Irlanda, Turquía, son aquellos que adoptaron medidas compatibles a las maneras como se vive en distintos lugares, entonces nosotros hemos formado al lado de la campaña, lo que llamamos el pacto social, que es la aglomeración de quinientos medios de pequeñas y medianas empresas, desde las mineras hasta las mypes, que tienen, cada una, una receta distinta para sobrevivir, los pequeños mineros lo llaman la distancia laboral, si Usted entra a Arequipa y ve cómo se protegen los comercios que están desde la Plaza de Armas hasta el final de la calle Santa Catalina, es completamente distinto de la forma cómo se tienen que proteger en el barrio José Luis Bustamante y Rivero donde están ubicados los puneños, en otras palabras lo que ninguno de estos gobiernos han sabido hacer son tres cosas muy puntuales y por eso están jalados: Uno, no saber cómo hacer funcionar al estado; Dos, por no darse cuenta que hay que delegar decisiones quizá al sector privado si ellos no saben cómo firmar; y Tres, hay que tener un mecanismo para escuchar y tomar decisiones en miles de lugares distintos del país que significa reconocer el sector informar y darse cuenta que formalizar no es que todo el mundo se inscriba en un registro sino saber escuchar a cada una de estas mil realidades y empoderar a aquellos que realmente mandan en cada rincón del país.
— ¿Qué es el fujimorismo para Usted? ¿Qué lo diferencia a él?
¿Qué lo diferencia a quién del fujimorismo?
— A usted.
A mí, ah. El fujimorismo no tiene una línea ideológica, yo sí tengo una línea ideológica. Allí tiene la diferencia.
— ¿En qué línea ideológica está?
A diferencia de mis rivales, no me sitúo en un contexto siglo XXI, porque no creo que el Perú esté en el siglo XXI de los Estados Unidos ni de Europa. Está más o menos a principios del siglo XIX y el gran problema del siglo XIX es la distancia que existe entre aquellos que saben formar capital y tienen los instrumentos, los documentos para trabajar en mercados grandes, que son los sectores A y B, que son el 20% de la población, y sus empleados que son el 10%, y un 70% que la gente llama sector informal, que no es informal sino es otro mecanismo que trabaja la economía artesanal donde el promedio de las empresas tienen alrededor de ocho o diez empleados donde no existe la división del trabajo que es necesaria para triunfar en una economía industrial o de la revolución tecnológica que tiene que ser modernizada. Entonces para contestarles, yo sería un liberal del siglo XIX, que se encuentra enfrentado a un rival muy honorable que se llama Marx, que dice que no hay manera de que la revolución industrial siga en manos capitalistas y se equivocó porque sigue en manos capitalistas, inclusive en China. En ese contexto, soy un liberal del siglo XIX.
— ¿Por qué Mario Vargas Llosa nunca entendió que su participación en el primer fujimorismo haya sido correcta? Se lo preguntamos porque él ha sido garante en los últimos años de todos los candidatos que llegaron al gobierno y fracasaron.
Yo no veo a Mario hace 32 años, somos hasta parientes y éramos los dos nuevos políticos que asociaban cuando empezó el Movimiento Libertad. Él me pidió prologar “El otro sendero”, Mario fue un gran promotor nuestro, por eso yo siempre le he estado muy agradecido, yo probablemente no hubiese surgido si él no me daba el espacio y el aval, es más, yo no quería escribir un libro, quise que él lo escriba, pero él me dijo “no, lo tienes que escribir tú”, fue muy generoso. Había un nivel intelectual que él comprendió, yo tengo sesenta discursos de él que son sacados de todos nuestros artículos, la palabra mercantilismo, economía informal, estaban allí en toda la campaña, a ese nivel lo comprendió, pero yo creo que allí hay otro elemento: entra Fujimori, asume la presidencia y no era que él se copió de Vargas Llosa, Fujimori no quería el shock, yo estuve allí, estaba también Pérez de Cuéllar y dieciséis personas en un cuarto convenciendo a Fujimori que tenía que hacer el shock, un shock que no lo inventó Vargas Llosa, es un shock que nace antes de Milton Friedman, estaba allí, era una fórmula conocida, como la penicilina que tiene distintas maneras de aplicarse. Creo que allí entra el hecho de que Fujimori viene de un sector C, D y E, es un intelectual de C, D y E, sin ningún deseo de ser parte de A y B, no piensa como A y B, piensa como C, D y E, es hijo de agricultores o floristas o peluqueros japoneses, ese no es el caso de Mario quien evidentemente sufrió la derrota en un nivel emocional importante. Sufrió esa derrota y es básicamente un odio hacia el fujimorismo causado de modo extraño en un hombre que tiene tanto éxito, que tiene hijos talentosos, que nacen de la unión con Patricia que es una mujer extraordinaria a quien le debe mucho de su éxito. Logra, una vez que ha perdido en el Perú, ganarse un país como España, y es lo suficientemente político para ganar el Nobel, porque hay mucho en el premio Nobel que tiene que ver con la política. Hay un momento, y esta es una infidencia, en una entrevista, el periodista le hace la misma pregunta que ustedes a mí, al principio: “señor Vargas Llosa ¿por qué quiere ser presidente?” y Mario respondió, lo cito correctamente: “porque el premio gordo, seamos claros, es la presidencia de la república”. Por alguna razón tolo el resto era secundario frente a poder ser el heraldo del liberalismo o de la modernidad en 1990. Ese punto en la historia se lo quitó Fujimori, por eso cualquier persona asociada a esa derrota va a ser condenada por su gente y por sus abogados en Lima.
— Usted es uno de nuestros intelectuales de mayor éxito ¿Cómo organiza su día? Háblenos de su disciplina.
Voy a decepcionarlos. Yo lo que descubrí desde niño, es que si uno hace lo que quiere, si uno busca respuestas sobre temas que le provocan curiosidad, le va a ir relativamente bien. Cada vez que he hecho algo ha sido porque aquello satisfacía una curiosidad, entonces, tengo disciplina para, cuando encuentro un problema que despierta mi curiosidad, ir y saber cómo escoger los libros, qué fórmulas existen que todavía no han sido publicadas, pero que la gente ya empezó a percibir, qué cosas se puede encontrar en la historia; soy disciplinado en recorrer mis fuentes de información, pero la base, si ustedes quieren saber por qué tengo relativo éxito, es que no recuerdo haber hecho jamás algo que no me entretenga. Hagan lo que les gusta, tengan fe en sus instintos y, hay que conversar, más, de lo que hay que leer.