La Organización Meteorológica Mundial (OMM), agencia de la ONU, anticipó este miércoles que el actual fenómeno climático de El Niño, que suele ir ligado a una subida de las temperaturas, continuará al menos hasta abril de 2024 y que, por tanto, el próximo año será aun más cálido que 2023, ya encaminado a batir récords de calor.
Además, se espera que este evento meteorológico alcance su máxima intensidad entre noviembre de este año y enero del próximo para luego disminuir progresivamente.
De acuerdo con los pronósticos, se prevé que la presencia de El Niño ocasione un aumento de las precipitaciones en diversas regiones del mundo, con consecuencias como olas de calor, sequías, incendios, lluvias torrenciales e inundaciones en determinadas zonas. También señalan que habrá precipitaciones por debajo de los niveles habituales en gran parte de Sudamérica, así como en el Pacífico sur.
En el caso de Perú, la llegada del fenómeno El Niño suele estar asociada con intensas lluvias en el norte del país que, según expertos, podrían generar emergencias por desbordes de ríos, flujos de lodo e inundaciones durante los próximos meses.
Sin embargo, instituciones peruanas como el Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del Riesgo de Desastres (Cenepred) ya han advertido que más de 2 millones de personas se encontrarían en alto riesgo ante estos eventos.
Medidas preventivas
Ante este escenario de riesgo por la llegada de El Niño, las autoridades peruanas vienen tomando acciones para mitigar su impacto. Según declaraciones del jefe del Instituto Nacional de Defensa Civil (INDECI), se está priorizando la limpieza de cauces de ríos y quebradas, sobre todo en puntos críticos del norte del país.
Asimismo, el Ministerio de Vivienda se encuentra implementando sistemas alternativos para la distribución de agua potable en varias regiones, en caso de que se suspenda el servicio por efectos de las fuertes lluvias. También se instalarán barreras dinámicas y diques transversales en quebradas de Lima e Ica.
Otras entidades como el Ministerio de Agricultura, el de Transportes y Comunicaciones, y los gobiernos regionales y locales, se encuentran ejecutando labores de prevención y preparación de acuerdo a sus competencias. La idea es reducir el impacto sobre la población vulnerable y la infraestructura crítica.
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El impacto de El Niño
Miguel Yamasaki Koizumi, jefe del Cenepred, mencionó que el Perú se encuentra en mejor posición para hacer frente al Fenómeno de El Niño de este año, en comparación con lo sucedido en 2017, debido a las medidas que el Gobierno ha implementado para reducir sus consecuencias negativas.
Otro aspecto relevante sobre el impacto de El Niño en Perú tiene que ver con sus efectos en la agricultura. Según cifras del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri), más de 2 millones de hectáreas de cultivos se encontrarían en riesgo muy alto por las intensas lluvias pronosticadas entre noviembre y abril.
Se estima que alrededor de 215 mil productores agrícolas y comunidades locales dependientes del lago Titicaca podrían verse afectadas por la sequía y lluvias intensas, al reducir el suministro de agua para riego y consumo.
De acuerdo con los analistas, esto no solo afectaría la producción y exportación agrícola del país en los próximos meses, sino que tendría un impacto negativo en los ingresos y condiciones de vida de miles de familias campesinas que dependen de estas actividades.
Sistemas de alerta temprana
Por ese motivo, el Midagri se encuentra implementando sistemas de alerta temprana y capacitando a los agricultores en medidas para proteger sus cultivos. Estos sistemas incluyen el monitoreo y pronóstico del clima a cargo del Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), así como el monitoreo de quebradas y presas por parte de la Autoridad Nacional del Agua (ANA). No obstante, los expertos señalan que estos esfuerzos deben acelerarse para mitigar las pérdidas.
En síntesis, se requerirá un liderazgo fuerte para coordinar la respuesta de múltiples instituciones y niveles de Gobierno. De no implementarse a tiempo medidas adecuadas, el Gobierno podría enfrentar un mayor desgaste político. Por el contrario, una gestión eficiente de la emergencia sería una oportunidad para restablecer la confianza ciudadana en las autoridades.