Pedro Castillo vuelve a vivir uno de sus momentos mas álgidos en el transcurso de su Gobierno. A la par, es difícil recordar el mes en el que el Presidente del sombrero no tuvo una crisis. Diversos fueron los motivos, pero existe una recurrente: varias de sus complicaciones nacieron en Palacio de Gobierno, desde los malos nombramientos en cargos de alto nivel, hasta tener problemas para comunicar su mensaje a periodistas de medios nacionales e internacionales. Diario El Gobierno repasa los desaciertos de este Gobierno.
La Opinión del «pueblo»
Durante estos meses, Pedro Castillo fue cayendo en picada en cada encuesta en la cual se consultaba a la ciudadanía temas acerca del Ejecutivo. Diversos llegan a ser los motivos del porqué Castillo cuenta con una desaprobación tan alta. En sus ocho meses de gestión, se han ocasionaron diversas crisis políticas y sociales, se cambiaron a muchos ministros, y también se designaron a personas sin la debida capacitación en puestos importantes en el Gobierno.
En el mes de enero, se realizo la encuesta del IEP, en la cual se dio a conocer que solo el 10% de la población consideraba que el presidente y su equipo de trabajo poseían un buen manejo acerca de la economía nacional.
Asimismo, acerca del respaldo hacia Pedro Castillo, solo un 28.9% de la población lo hace; mientras que un 61,5% desaprueba su gestión de los últimos seis meses. De igual manera, la aprobación de la expresidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, contaba con un 23% de respaldo, en contraposición a un 64% de peruanos que no aprueban su labor como premier.
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El escándalo de Sarratea y el informe que nunca se entregó
Cuando se destaparon las reuniones clandestinas del presidente Pedro Castillo con funcionarios, proveedores del Estado y una lobista en el pasaje Sarratea de Breña; voceros del gobierno, empezando por la entonces premier Mirtha Vásquez, ofrecieron hacer pública la lista de visitantes a dicho lugar. Sin embargo, han pasado tres meses y hasta ahora no hay indicio de que se emita una lista de las personas que asistieron a dichas reuniones.
Mediante un reportaje periodístico se había visto llegar al hasta ese entonces ministro de Defensa, Juan Carrasco, a funcionarios de Essalud, proveedores y a Karelim López. Pese a ello, no sabemos quién más ha llegado a reunirse en Sarratea. Su discurso de victimización ha perdido fuerza conforme han ido pasando los días y aún siguen sin conocerse los detalles de sus reuniones secretas.
Según el estudio de opinión de Ipsos del 10 de diciembre del 2021, el 65% de los peruanos conocía de las reuniones secretas de Pedro Castillo, aquellas que han transgredido la Ley de Transparencia. En Lima, el porcentaje llega al 80% de los informados.
Mientras que el 37% indica que el presidente ha usado la vivienda de Breña para reuniones ilícitas por motivos de corrupción. Otro 36 % piensa que el presidente usó la vivienda de Breña para reuniones políticas que no se querían registrar en Palacio de Gobierno y sólo el 19% cree que el presidente ha visitado la vivienda para reuniones sociales. La falta de una lista de visitantes a Breña solicitada en reiteradas ocasiones por la Procuraduría Anticorrupción y el silencio del presidente Castillo hace pensar a la ciudadanía que Pedro Castillo no es un presidente honesto.
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Las tres entrevistas de Castillo
Tuvieron que pasar seis meses para que el presidente brinde una, o en este caso, tres entrevistas a los medios de comunicación. Durante todo este tiempo la relación Castillo – prensa fue muy vaga. Todo esto cambió en la tercera semana de enero del presente año. El representante de nuestro país, el líder que hoy se sienta en el sillón de Piezarro, por fin decidió romper con su voto de silencio. Los elegidos para entrevistar al Presidente fueron César Hildebrandt, Nicolás Lúcar y Fernando del Rincón.
Cada entrevistador marcó una pauta distinta al momento de conversar con Castillo. Existen diferencias muy marcadas entre una entrevista y otra, desde Nicolás Lúcar riéndose con el presidente, hasta Fernando del Rincón siendo un periodista frío, minucioso y hasta retador en algunos momentos.
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1. César Hildebrandt
Fue la entrevista inaugural de Castillo. El entrevistador es a todas luces un periodista reconocido y con gran capacidad de dirigir la conversación. Hildebrandt es directo a la hora de iniciar y pareciera que advierte a Castillo que esta no será una entrevista de la que saldrá bien librado. En la medida que Castillo intenta responder una interrogante, se le nota cada vez más precavido. Tampoco quiere responder algo de lo que en el futuro se puede arrepentir. Intenta evadir algunas interrogantes, pero es muy malo para no hacer notar cuando no desea responder alguna inquietud planteada por el entrevistador.
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2. Nicolás Lúcar
Esta entrevista es considerada como la más «tibia», desde las redes sociales. A veces ni se llega a concluir quién es el entrevistador y quién el entrevistado. Pareciera que Nicolás Lúcar no quiere incomodar al presidente. Escucha atento cada respuesta y solidifica el argumento. No profundiza y las pocas veces que interrumpe la respuesta, no es directo a la hora de formular una contra pregunta. Es sin lugar a dudas, una conversación acerca de política, pero pareciera que se habla desde la tribuna. El entrevistador no tiene el interés de realizar algún cuestionamiento ácido y el entrevistado ni siquiera así logra convencer a un cien por ciento.
3. Fernando del Rincón
Fue la entrevista más esperada por la audiencia. Por un lado, Fernando del Rincón, un periodista experto y con la capacidad de colocar en situaciones difíciles al entrevistado. Por otro lado, Pedro Castillo, el presidente que recién «está aprendiendo a gobernar». Fernando del Rincón no tuvo reparos, pues realizó todos los cuestionamientos posibles, sin titubear y sin medias tintas. Además, profundizó y llegó a colocar al presidente en una posición de jaque. Castillo lo intentó, pero no estuvo a la altura, cometió muchos errores y respondió a los cuestionamientos con una serie de argumentos completamente básicos. No supo sustentar el porqué necesitamos una nueva Constitución, no puede desprenderse de la crisis que sufrió su Gobierno y, a las finales, no le queda otra que recurrir una vez más al argumento del «pueblo».
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