Hoy, lunes 22 de febrero, se cumplen 126 años del natalicio de un hombre adelantado a su época en términos ideológicos. Un ser humano que tuvo errores -groseros, quizá- pero jamás dejó de lado su compromiso con el Perú. Víctor Raúl Haya de la Torre es un nombre que suena tanto en aliados como enemigos. En cuanto a los jóvenes, quienes jamás tuvimos la oportunidad de conocerlo en persona, suele ser desconocido. Por eso, cada año se celebra su nacimiento en el Día de la Fraternidad.
En memoria a su legado, Diario El Gobierno conversó con el historiador Daniel Parodi, quien ha estudiado la historia del aprismo y al propio Haya sin llegar a los extremos de posturas políticas, siempre viendo el lado humano y social de la historia. Parodi nos cuenta cómo este joven trujillano logró pugnar una intelectualidad temprana a su época. Siguiendo las ideologías del marxismo y tomando como referencia a las Revoluciones mexicana y rusa. Haya buscaba un partido que represente a Latinoamérica.
“Haya de la Torre puso a prueba su liderazgo con creces en un contexto internacional; él sabía que estaba en la posición de liderar un movimiento continental”, declaró Parodi a este medio. Incluso en la dicotomía de los resultados, los diversos periodos de Haya y el aprismo generaron gran repercusión en la historia peruana del siglo XX.
A pesar de ser exiliado en 1923 por protestar contra la dictadura de Leguía, Haya seguía juntando insumos para formar la ideología tomando el contexto y guiado por el marxismo de la clase obrera. “Víctor Raúl tenía la virtud de que él mismo estaba en su laboratorio; ideas casi no depuradas y después podrán estarlo, pero estaba consciente de ello porque era relativista”, mencionó el historiador.
Relación con Mariátegui
Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui representaban una fuerte amistad, pero tenían posturas distintas. Influenciados por el marxismo, Haya definió que en Latinoamérica era aplicar el antiimperialismo yanqui. Por su lado, Mariátegui se centró en que el socialismo era la única forma de revolución social ante la oligarquía. Para Parodi, es otro indicio del fin de la amistad.
Según el historiador, “Haya comenzó la implementación de un proyecto de revolución antiimperialista al que se opuso Mariátegui. El choque con el líder del Partido Socialista, hizo que la primera etapa del Apra colapse, lo cual termina frustrando a Víctor Raúl Haya de la Torre. Como consecuencia, este último regresa al Perú en 1931 convertido en un socialdemócrata”, aclaró.
Frente a la controversia, ha existido cierta postura en la izquierda sobre los cambios de discursos en Haya de la Torre. Parodi aclara que esto es inexacto. “En la izquierda existe una tesis sobre que los virajes ideológicos de Haya son con Prado y Odría, pero en realidad el único y gran viraje ocurrió en 1931. Lo demás, son alianzas políticas”, sentenció el docente universitario.
Contextos revolucionarios
Desde 1923 hasta 1945, Haya de la Torre fue perseguido, atormentado, pasando de casa en casa en la clandestinidad. Sin embargo, el año de la barbarie (1932) representó un punto clave en el aprismo. Si en las elecciones de 1931 hubo fraude o no, queda en el debate, pero al año siguiente se dio uno de los capítulos más sangrientos de la historia aprista. Sin embargo, esto permitió incentivar una imagen del APRA: una dimensión “religiosa”. “Fue notable porque consolida una identidad aprista que explica por qué esa identidad ha durado tanto tiempo, aunque en los últimos años tal parece que esto ya no es inmortal”, sentenció el historiador Parodi.
No obstante, la consolidación perjudicó una relación cordial con sus opositores. El APRA, según propias palabras del historiador, fue tan fuerte y sectario que “se convirtió en algo muy diferente a lo que estaba destinado a ser”. Por ejemplo, los problemas internos durante el trienio de Bustamante y Rivero. Tras la Segunda Guerra Mundial y coincidir con las posturas del presidente Roosevelt, Haya vio una ventana de alianza con Bustamante, mediante el voto para el Frente Democrático Nacional (FDN). “Haya fue relativista desde muy temprano y se adelantó a Karl Popper, pero se lo ningunean”, dice Daniel a este diario. Desde una perspectiva económica, las medidas populistas durante esos años condujeron a un colapso económico y a un nuevo intento de revolución el 3 de octubre del año 48. La consecuencia: Odría y su persecución sangrienta contra el aprismo durante su mandato (1948-1956).
Convivencia: ¿paz o traición?
Muchos consideran alta traición y falta grave la unión del aprismo en la etapa de la convivencia. Por otro lado, desde el punto de vista subjetivo, es una reacción al cansancio, a la frustración de sobrevivir en la clandestinidad, la cual dependía de un hilo para seguir firme como partido. “Para la izquierda es muy fácil criticar, pero a ellos no los han perseguido treinta años. Que fácil es decir ‘se hubiesen seguido sacrificando’. ¿Y tú cuando te sacrificaste?, ¿tomando cafecito en la banqueta? Ahí te quiero ver”, acervó Parodi hacia quienes sentencian a Haya por esa acción. Cabe recordar que la alianza con Prado es distinta a la de Odría.
Con Prado Ugarteche, Parodi menciona que el Apra buscaba amnistía política. Ello para volver a ser legal mediante una solicitud de Ramiro Prialé y Rómulo Meneses, iniciativa que ya se había intentado en 1942. El Apra no claudicó, fue la oligarquía quien lo hizo, al ser un movimiento de masas en donde Haya era capaz de dar una orden con la palma de su mano para apoyar la causa. Lo fatal, fue el desencuentro entre Haya y Belaúnde, en donde la alianza con Odría y el aprismo fue polémica. “El Apra tenía capacidad de endosar votos. Haya decía voten por acá, todos votan por acá. El Apra no votaba, pero si decidía quien ganaba”, concluyó Parodi.
La juventud en deuda
Es necesario conocer la historia peruana, pero más aún analizar a un intelectual como Haya de la Torre. Sin ir en tantos detalles y enfocarnos en el último Haya, el de la Asamblea Constituyente, ya que representa la introducción y conclusión de la vida política del líder aprista. “Haya de la Torre comienza su trayectoria política luchando por los derechos laborales y civiles, y termina su trayectoria en la Constitución del 79, luchando por los derechos sociales y civiles. En el Perú, la democracia se construye con Haya de la Torre. Ese es su legado”, sostuvo el docente de la PUCP.
Es crucial darle importancia, más allá de un periodismo obsecuente y poco vago -el llamado periodismo ciudadano- desde las redes sociales. Más aún en plena carrera electoral. “Vivimos un fujimorismo sin Fujimori, donde no es necesario tener un Montesinos o dictadura para ver que no hay democracia o que Perú es tierra de nadie, con un Estado fallido caótico”, sentenció Parodi. El legado de los principios democráticos queda en deuda para las nuevas generaciones.