“Muchos miran al empresario como el lobo al que hay que abatir, otros lo miran como la vaca que hay que ordeñar, pero pocos lo miran como el caballo que tira del carro”. Esta célebre frase del exprimer ministro británico Winston Churchill calza de manera idónea en un contexto de vorágine populista que escapa de la búsqueda de soluciones técnicas, efectivas y eficientes.
A una semana de culminar la cuarentena, si el ejecutivo no arremete con una nueva e ineficiente ampliación de la misma, nos encontramos en las inmediaciones de las consecuencias económicas y sanitarias de la gestión de la pandemia, que ante la prueba, el gobierno parece haber jalado ambas materias.
Una calificación notablemente pobre de la gestión es el registro de una caída de 16.3% del PBI en el primer trimestre del año, comparado a una caída de 3.5 puntos porcentuales para Chile y de 4.9% para Colombia (Luis Arias Minaya, Economista); cifras que nos colocan como el país más afectado de la región en términos económicos. Ampliando la lente para observar el efecto directo sobre la población, 65% de ella ha visto reducido sus ingresos mientras que, realizando una segmentación del efecto, la clase socioeconómica E ha visto su ingreso recortado en 71%, el grupo D en 66% y el sector C en 63% (IPSOS Perú).
En medio de este contexto de actividad económica sumamente debilitada, han aparecido propuestas que parecen improvisadas para sacar provecho de capital político en momentos que se necesita más de capital humano e instrumentos fiscales y financieros de suma tecnicidad e impacto. Dentro de estos proyectos resalta uno que grava el patrimonio de las personas con más altos ingresos del país: el impuesto “solidario” a la riqueza, el nombre en esencia se contradice con las medidas que abarca.
El proyecto de ley que se convertiría en efectivo con una votación mayoritaria del congreso, ha sido duramente criticado por economistas expertos en el tema, como Luis Miguel Castilla, exministro de Economía, quien se refiere al impuesto como: “la experiencia muestra que este tipo de medidas tributarias no han logrado cumplir el objetivo para el cual fueron creadas”. Otro experto del tema, Marcial García, socio de Impuestos de EY Perú, comenta respecto a la ineficiencia del impuesto en otros países: “El caso europeo es quizá el más emblemático. En la década de 1990, más de una docena de países tenían un gravamen de este tipo y hoy solo quedan cuatro”.
Con la objetividad como principio para alcanzar mejores resultados, hay que recordar que los 300 millones de soles que se recaudarían con el nuevo impuesto pueden obtenerse de otras fuentes de financiamiento. Actualmente, el nivel de incumplimiento del IGV y del Impuesto a la Renta representa una pérdida de 52 500 millones de soles al país. Entonces, la mayor carga tributaria no es la solución, la ampliación de la base tributaria, así como la lucha contra la evasión y la elusión fiscal, sí lo son. Hay que aprender a ver el verdadero problema y trabajar en él.
Todo ello se contradice con la imagen del empresario que predica el actual congreso que dista mucha de una realidad en la que un 0.2% de los contribuyentes a la SUNAT aportan con el 80% de lo recaudado.
Por otro lado, el plan de reactivación por fases ha sido ineficiente y carece de un criterio de correlación entre sectores. Es así que el reinicio de actividades económicas se ha dado contra la pared al estrellarse con la insuficiente simbiosis de los sectores activados durante la primera fase de apertura. Ricardo Márquez, presidente de la Sociedad Nacional de Industrias, realiza un retrato de la situación: “Cuando abre, por ejemplo, textiles, me llaman y dicen: necesitamos también una lavandería, una tintorería. Pero no hay, y entonces de qué me vale reiniciar.”
Otro indicador que merece un espacio en el conocimiento público es el posicionamiento del Perú como el país número 12 con mayor cantidad de casos a nivel mundial (como revela el mapa internacional de contagios elaborado por la Universidad John Hopkins), lo cual dista de la proporcionalidad de contagios que deberíamos de tener siendo el país número 44 del mundo, según cantidad de habitantes. Los números hablan por sí solos y contradicen a la realidad expuesta por el presidente de haber llegado al ansiado momento de aplanamiento de la curva de contagios.
No hay duda que, al tener una cifra de 89.6% de comerciantes contagiados en el mercado de frutas de La Victoria o una de 31% en el mercado Unicachi de Comas, algo se hizo mal. Y es que cuesta entender cómo es que el Gobierno no supo preveer la aglomeración de consumidores en uno de los únicos lugares a donde se podía ir durante la cuarentena: los mercados.
Es importante agregar que ante la sumamente cuestionable gestión del titular de la cartera de salud, seis especialistas de los catorce asignados a la labor de asesoramiento han renunciado. Una de ellas, la doctora Rosa López, declaró el día de hoy: “El Gobierno dice cifras que no son ciertas y se ampara en expertos.”
Este maquillaje de las cifras reales no sorprende dada la constante evasión de preguntas durante las conferencias de prensa del ejecutivo, quien últimamente, con aires de Gran Hermano (aludiendo a la obra de George Orwell,1984), normó que se deberían enviar las preguntas a realizarse con un día de anticipación, con el objetivo de la preparación anticipada de una respuesta.
Nos encontramos en uno de los momentos más dificiles por los que el país ha atravesado durante los últimos años. El impacto se hace sentir en todos los sectores productivos y corremos el riesgo de perder todo lo progresado durante los últimos años. La parte económica ha tenido espacio para crecer, pero aún no para consolidarse, y los cimientos que la han sostenido, como los incentivos a la innovación, la inversión y el respeto a su autonomía, se están viendo amenazados en el momento en que se encuentra más indefensa. Es de suma necesidad que como sociedad tomemos conciencia de la importancia de nuestras decisiones y opiniones sobre temas de coyuntura nacional porque, como dijo Platón, “el precio de desentenderse de la política es ser gobernado por los peores hombres.”