Hace unos días, entre el 12 y 14 de enero y bajo el lema “Un nuevo comienzo. Hagámoslo diferente”, se realizó el CADE Ejecutivos 2020 que habitualmente organiza IPAE y que fue pospuesto debido a la crisis política por la que atravesó nuestro país recientemente. En una primera etapa, se abordó la situación política, social, económica y de salud con la que el Perú está llegando al bicentenario y los retos que enfrentaremos en los próximos meses; y, en una segunda, se produjo un espacio de reflexión respecto al rol de los empresarios y su aporte en este contexto. Es así que, se les instó a desempeñar su rol basado en la integridad, ética, transparencia y responsabilidad de sus acciones, la generación de valor para todos los grupos de interés e incluso como activistas que promuevan un mejor país.
Para reforzar este importante call to action, el evento tuvo como invitados a importantes líderes mundiales que promueven el capitalismo de grupos de interés (Klaus Schwab, fundador y presidente del Word Economic Forum), el capitalismo consciente (Raj Sisodia, co-fundador y líder de este movimiento global) y las empresas B (Jay Coen Gilbert: co-fundador de B Lab y co-presidente ejecutivo de Imperative 21), además de ejecutivos peruanos que destacaron sus prácticas vinculadas con la generación de impacto positivo en sus comunidades. En síntesis, estos oradores invitaron a nuestros empresarios peruanos a reflexionar sobre el actual sistema económico que prioriza el lucro en lugar del bienestar personal y social, el individualismo por encima de la interdependencia entre el medio ambiente, la sociedad y la economía. También se les instó a fomentar relaciones entre el sector privado, estado y sociedad civil para garantizar un mercado más justo, a luchar contra la desigualdad e invertir en tecnología que potencie la democracia y los derechos humanos y a medir el éxito a través de indicadores de creación de valor para todos los grupos de interés.
Los principales medios de comunicación han indicado que este CADE concluyó que es urgente redefinir el éxito empresarial en relación al propósito y valor compartido que se genere con todos los stakeholders, a la necesidad de contar con líderes conscientes, éticos, empáticos, con un auténtico interés en las personas, con empresarios y ejecutivos activistas en la defensa de la democracia, intolerantes con la corrupción y creadores de redes empresariales en todas las regiones del país.
¿Era este llamado necesario?, ¿no son acaso estos temas fundamentales y que nuestros empresarios y ejecutivos jamás debieron perder de vista?, ¿por qué tenemos que esperar que académicos o personalidades internacionales nos den estos mensajes para cuestionarnos estos temas?, ¿por qué los empresarios y principales ejecutivos de nuestro país no difunden la importancia de este tipo de discusiones y luchan para erradicar malas prácticas en la gestión?, ¿por qué no se difunden las buenas prácticas con más frecuencia y se generan espacios de aprendizaje para gatillar un auténtico proceso de transformación de nuestras organizaciones hacia la generación del triple impacto (económico, social y ambiental)?
Aparentemente, desde el lema del evento (“Un nuevo comienzo. Hagámoslo diferente”), pareciera que hay un afán de “jalón de orejas” y propósito de enmienda. Tal vez sí era necesario hacer un llamado a la conciencia personal, un llamado razonable ante las circunstancias que vivimos que exige que todos seamos más compasivos con los que nos rodean y eso incluye no sólo a las personas, sino a la naturaleza. Este llamado debería traducirse en una transformación personal, grupal, organizacional, nacional… Son muy pocas las empresas peruanas que están cambiando su lógica hacia la generación de impacto social y ambiental, además de los resultados económicos. ¿Qué estamos esperando?, ¿acaso no será beneficioso para ellas ser organizaciones más humanas, estar integradas por personas que estén conscientes de las limitaciones de la naturaleza y de la imposibilidad de logro de éxito económico si las comunidades no las acogen, valoran y quieren?, ¿o es que aún no entienden que para que se genere este vínculo, las empresas deben actuar atendiendo las necesidades de todos sus grupos de interés?
Desde múltiples aristas, el actual contexto es muy complejo. Sin embargo, hay empresas que están transformando su forma de hacer negocios en busca del triple impacto: “Lo que puedo confirmar es que la sostenibilidad trae rentabilidad y que el dinero no es fin, es una consecuencia de nuestros actos y eso es lo que hemos vivido en Textil del Valle. Hemos trabajado con mucha conciencia en que podíamos ser agentes de transformación, no solo en nuestra compañía, sino también en el sector (textil) y en el país.” (Juan José Córdova, Gerente General de la empresa). Eso necesitamos, personas agentes de cambio, empresas agentes de transformación, ejecutivos y empresarios cuestionadores, que respondan asertiva y oportunamente a los razonables llamados a la acción, líderes más responsables, más humanos, ocupados en el bienestar de los que los rodean, optimistas y luchadores, con una visión clara del futuro de la empresa. Un futuro más justo con los que están a su alrededor y con el planeta.