Hablar sobre democracia no resulta sencillo. Desde el mundo académico, no existe consenso absoluto sobre su significado, aunque sí es posible lograr acuerdos sobre algunos mínimos necesarios: separación de poderes, libertad de expresión, elecciones periódicas, etc. En el terreno político, ello se complica aún más, pues las ideologías tienen mayor peso y la realidad es filtrada a partir de «marcos de sentido» que, además de analizar lo que es, pretenden hacer lo que «debería ser».
Sin embargo, considero que al referirnos a la democracia todos estaríamos de acuerdo en que la igualdad ante la ley es un elemento fundamental. Es decir, todos aquellos que vivimos en un régimen democrático debemos acatar las leyes y hacer valer nuestros derechos sin algún tipo de discriminación o preferencia. La promesa democrática de igualdad debería de cumplirse en estos términos.
Me he tomado la libertad de hacer esta pequeña introducción sobre el concepto de democracia para aterrizar en lo que nos compete esta semana: la campaña electoral. Todos tenemos derecho a elegir y ser elegidos, por lo que no debemos de vernos impedidos de postular a un cargo de representación mediante elección popular, siempre y cuando se cumplan las reglas de ello. He ahí el detalle.
En las últimas semanas, venimos siendo testigos de un festín de tachas y exclusiones que tienen al Jurado Electoral Especial (JEE) de Lima Centro 1 y al Jurado Nacional de Elecciones (JNE) como anfitriones. Primera y última instancia, respectivamente, aceptan, tramitan, evalúan y resuelven los pedidos de sacar a tal o cual candidato por motivos contemplados en la legislación electoral. Sin embargo, ¿la ley se aplica de igual forma para todos? ¿Todos los casos son medidos con la misma vara?.
Tomemos dos extremos: caso Verónika Mendoza y caso López Aliaga. La otrora delfín de la izquierda peruana prácticamente ha burlado a la justicia electoral peruana al recurrir a una jugarreta legal sobre un inmueble no declarado, hecho que tuvo la ayuda de la notaria Antonieta Ocampo, madre del presidente del Movimiento Nuevo Perú. El JEE decidió pasar el caso por agua tibia y permitir que Mendoza Frish siga en carrera.
Por otro lado, el actual representante del conservadurismo peruano más rancio anunció que desde su juventud dona gran parte de su sueldo a la caridad y que de ser elegido presidente haría lo mismo con la Cruz Roja. El JEE ni corto ni perezoso pues actuó de oficio, procedió a evaluar el caso y, con una premura poco conocida en nuestro aparato estatal, resolvió excluirlo de la carrera.
Asimismo, y a modo de yapa, recordemos la resolución del pleno del JNE sobre la candidatura de Vizcarra. Miembros incompletos, demora en las votaciones, inexistencia de registros y manipulación de resoluciones pasadas con casos prácticamente idénticos orquestaron la permanencia de Vizcarra en su carrera al Parlamento. Muchas dudas aún se ciernen sobre Salas Arenas, presidente del JNE y personaje que al parecer es muy allegado al entorno vizcarrista.
¿Qué podemos sacar de todo ello? Tenemos una izquierda radical, una derecha ultraconservadora y un probado mentiroso oportunista. Nuestra justicia electoral parece tener, si no preferencias, al menos especial consideración por algunos personajes de nuestra divertida clase política. Y cuando de mantener o sacar de carrera electoral se trata, pues disimular está demás, ya se sabe cómo funcionan las cosas en este país, ¿no?
En este espacio, estamos de acuerdo con que el derecho a ser elegido debe de primar, pero si la ley, tan aplastante en un país como el Perú, debe de ser cumplida a rajatabla, todos deberían de ser medidos con la misma vara. A fin de cuentas, eso es parte fundamental de la democracia, ¿no?: que todos y cada uno de nosotros seamos iguales ante la ley, más allá de las creencias o las ideologías.
No permitamos que nuestra democracia, agónica desde el 30 de septiembre del 2019, siga muriendo.
P.D. Ningún extremo nos beneficiaría. Ni Mendoza, con su «arrasemos todo y ¡nueva Constitución ya!, que eso solucionará nuestros problemas»; ni López Aliaga, con sus frases miserables y de sesgado entendimiento sobre la realidad; lograrán rescatar a este país, que pende de un hilo. Se nos vienen tiempos durísimos y la polarización con algún gobierno como los mencionados solo nos dejará al borde del abismo.